Ante nosotros podemos ver una isla gigantesca compuesta por tres reinos...

Nevásile, una tiranía gobernada por la asesina (y sobrina) del último rey.

Lópreni, una dictadura militar encabezada por los Tres Generales.

Estela, escenario donde transcurre la historia, una monarquía que reconoce la astronomía como única religión.

El príncipe Nolan, heredero a la Corona de Estela, lleva dos años sumido en un profundo sueño, atrapado en un «palacio mental» desconocido. Su padre, Fobos, el rey esculpido en granito, no dudó en dar la orden de exterminar a todos los maestros de dichos palacios, sin llegar a dar con el captor de su hijo.

Esta historia da comienzo con la votación de la Cámara para que la princesa Reira pase a ser la heredera... moción que es rechazada. En opinión de Reira, la única explicación ha de residir en Clovis de Irana, el fiel compañero de su hermano y líder de la facción de los populares: el destino de los hermanos y de su reino ahora pende de sus manos.

En la trilogía Crónica de los tres reinos, Alba Quintas Garciandia insufla vida a un mundo fantástico de base grecolatina al que añade —con los distintos sistemas de gobierno, el uso de la retórica y los eventos deportivos como centro neurálgico— un interesantísimo trasfondo político. La resonancia de la tragedia clásica adquiere, además, especial relevancia en la trama para la que Quintas Garciandia construye, en base a la capacidad de la empatía, un sistema mágico que se asemeja mucho a la escritura o a la interpretación en su papel creador.

Los personajes destacan por ser coherentes con sus acciones, que están basadas en sus complejas identidades y deseos. De hecho, la autora y dramaturga madrileña juega con el lector, induciéndole a formarse opiniones erróneas sobre ellos que son constantemente destruidas.

A las muchas aportaciones de la novela, se suma el brillante tratamiento de temas como el tipo de amor que se está dispuesto a aceptar o la relación con el cuerpo (para dejar de verlo como un enemigo). Aunque también otros más inherentes a la trama como la enfermedad de Reira, sabiendo eludir el capacitismo, o la perdición que puede suponer encerrarnos en nosotros mismos.

Empapada de las preocupaciones de las anteriores obras de la autora y provista de su exquisita prosa, La memoria del errante es sin duda su novela más ambiciosa hasta la fecha. Pero, ante todo, es el inicio de saga más prometedor de lo que llevamos de década.