Los padres de Marguerite, unos científicos extraordinarios, han logrado demostrar la existencia de mundos alternativos y crear la tecnología necesaria, Firebird, para viajar entre ellos. Pero la vida de la joven se pone patas arriba cuando su padre es asesinado por uno de sus mejores ayudantes, Paul Markov, quien roba el Firebird y huye a otro universo para evitar la justicia.
Ayudada por Theo, otro de los ayudantes de sus padres, Marguerite seguirá a Paul entre dimensiones para conocer el porqué de semejante traición. De esta manera, visitarán un Londres futurista; la Rusia imperial, donde los Romanov siguen gobernando; o un mundo sumergido bajo las aguas. En cada uno de esos lugares habitarán la piel y vivirán la vida de la Marguerite y el Theo de cada dimensión.
Mil lugares donde encontrarte podría considerarse como varias historias independientes, pues Marguerite y Theo, como comentábamos antes, viajan a diferentes mundos, cada uno con su propia historia. Y si bien tenemos diferentes escenarios, la autora desarrolla la mayor parte de la historia en uno de ellos, dejando el resto como poco más que bocetos, ya que les dedica apenas unos capítulos. Lo mismo puede decirse de la historia: con un ritmo un tanto irregular, la trama se desarrolla muy poco a lo largo del libro hasta que llegamos a los últimos capítulos, donde se concentra buena parte de la acción.
Los personajes de Marguerite, Theo y Paul son muy diferentes entre sí, pero seguimos viendo en ellos similitudes con otros libros de este tipo: Marguerite es una joven decidida y con arrojo, Theo es el típico buenazo carismático y Paul el chico callado y misterioso ante el que todas las chicas caen rendidas. Y el triángulo que se forma entre ellos es un tira y afloja en toda regla: cuando parece que ya está decidido, la autora da marcha atrás.
Mil lugares donde encontrarte es una novela con toques por pulir y personajes que deben desarrollarse más, pero con un público muy enfocado que encontrará esta lectura muy interesante.