1962. En pleno desierto de Colorado se encuentra el pueblo de Bicho Raro. Allí viven los Soria, una familia capaz de conceder milagros a todos las personas que peregrinan hasta ellos en busca de una solución a su oscuridad.

Los milagros de los Soria tienen dos partes: primero, la oscuridad del peregrino se manifiesta, y, si es capaz de entenderla, el segundo milagro se obrará y la oscuridad desaparecerá de su interior. Solo hay una condición: los Soria no pueden interceder. Si lo hacen, aparecería su propia oscuridad, y todos saben que la oscuridad de la familia es más fuerte que la de cualquier otra persona.

Los primos Soria conocen el tabú desde niños. Daniel, el Santo, es el encargado de conceder los milagros sin interferir nunca, a pesar del secreto que cada vez hace su papel más insoportable. Beatriz, la que nació sin sentimientos y que jamás ha querido conceder milagros, desearía simplemente sentarse a reflexionar sobre el universo. Y Joaquín, el menor, querría convertirse en locutor de radio bajo el nombre de Diablo Diablo y ser la voz que acompañara a los perdidos por carretera.

Los tres salen algunas noches al desierto y emiten un programa musical de radio clandestino: es su momento de libertad. Una de esas noches, dos hombres llegan a Bicho Raro. Pete, el primer visitante en mucho tiempo que no viene a por un milagro, y Tony, un famoso y amargo locutor de radio.

La llegada de ambos será el detonante de Milagros en Bicho Raro, un homenaje al realismo mágico latinoamericano y a la cultura mexicana, que Stiefvater trata con respeto y sensibilidad. Destaca sobre todo la influencia de la obra de Márquez.

Milagros en Bicho Raro tiene lo mejor de la autora estadounidense: unos personajes con muchas capas definidos con apenas unas líneas, una ambientación que te transporta al desierto y una narración sutil y hermosa llena de amor por lo que está contando y que destaca por no tener apenas diálogos.

La historia de los Soria, una reflexión sobre la oscuridad personal y la exhumación de nuestras tristezas, es también la obra más personal y reflexiva de Stiefvater y su confirmación como una de las autoras más creativas del panorama juvenil. El verdadero milagro es poder seguir leyendo sus historias.