¿Cuántas escritoras, pintoras, políticas y mujeres artistas en general eres capaz de nombrar? ¿Y si acotamos el campo al ámbito nacional? Con suerte, te sonará algún nombre conocido. Lo más seguro es que en clase no te hayan contado mucho más.
Mujeres de la cultura recoge pequeñas biografías de diez ilustres mujeres españolas de los siglos XIX y XX. Todas ellas destacaron en su vida profesional, pero injustamente no han recibido el reconocimiento que merecen. Muchas veces se ha borrado su rastro de la historia, ¡de forma deliberada!
Juzga por ti mismo: María Blanchard exponía en las galerías de arte en París junto a Picasso; Carmen de Burgos organizaba las tertulias de la generación del 98, mientras que María Teresa León y Concha Méndez pertenecían a la del 27, pero, aunque las vemos en las fotos, no aparecen en los libros de texto. Tampoco estudiamos a María Zambrano, la brillante filósofa, y Emilia Pardo Bazán, primera escritora y catedrática en España, pasa casi desapercibida en el temario.
Rosa Huertas recupera en retazos esta «vida y obra», cuyo olvido supone una gran pérdida. Más allá de la reivindicación humanista, la conservación del patrimonio intelectual patrio destaca como motivación principal. Por ello nos gusta especialmente esta antología feminista entre las muchas que se han escrito recientemente: nos despierta la vergüenza de que las «olvidadas entre las olvidadas» sean quienes tenemos más cerca.
A la propia autora el tema le toca de cerca, por lo que pone en el texto mucho cuidado, tanto en la documentación como en la redacción. No encontramos narraciones asépticas y exhaustivas, sino todo lo contrario. Dentro del rigor requerido en la no ficción, Huertas se permite experimentar con las formas (utilizar el teatro para María Guerrero, la crónica para Clara Campoamor y el relato para María Moliner), apelar al lector e incluso meterse a sí misma en el relato. Lo que consigue es introducirnos a nosotros también, transportarnos a un pasado oscuro para la mujer, siempre a la sombra, porque nadie se molestó en encender la luz, aunque ellas siempre estuvieron allí. Esta obra es la prueba de que sigue siendo así, y la demostración de que debemos ponerlo en valor para no repetir los mismos errores.
En El Templo no tenemos sección de Lecturas obligatorias, pero puedes apostar que Mujeres de la cultura se encontraría en ella. Como dijo Elena Fortún, «lo que está escrito es como si hubiese pasado siempre».