¡Cuidado, grumete! Iza velas si no has leído Lionheart, porque esta reseña puede contener spoilers.

Volver a casa no ha supuesto ningún descanso para Ellen. Con su padre capturado en tierra francesa, Inglaterra ya no es su hogar. Para colmo, los altos cargos británicos ignoran sus peticiones de auxilio, como si no les preocupase el fatídico destino que le espera al capitán Fellowes a manos de las tropas napoleónicas.

Por fortuna, Ellen no es de las que se limitan a pedir permiso, así que se infiltra en la mismísima corte del rey en busca de información sobre el paradero de su padre. Para su sorpresa, encuentra algo aún más valioso: apoyo. Mientras el poder oficial se mantiene al margen, las Ruiseñores, una red clandestina de mujeres de la alta sociedad, enmiendan los errores de sus maridos. Capitaneadas por la misteriosa lady Castlemaine, no dudan en acoger a Ellen y a su mejor amiga, Nanette, bajo su ala.

Hasta que puedan alzar el vuelo en su barco, las muchachas recibirán entrenamiento de parte de las maestras más experimentadas. Al fin y al cabo, los revolucionarios franceses no son conocidos por tratar con mimo a la nobleza.

Con Nightingale, Ana Roux cierra esta bilogía que explora una versión alternativa del siglo XIX donde la magia alquímica existe. Pero la autora no se limita a embellecer el pasado con barcos voladores: también nos ofrece una lectura más diversa y humana de dicho periodo histórico, pues, sin resultar inverosímil, muestra la capacidad de los colectivos oprimidos para luchar desde los márgenes contra las exigencias de su tiempo.

Al igual que en el primer libro, predominan las escenas de acción, desde los entrenamientos y las batallas hasta las travesías de altos vuelos. La trama principal de la historia se interrumpe de vez en cuando con pequeños episodios secundarios que nos permiten tener una visión panorámica de todos los personajes y nos preparan para un colofón de dimensiones épicas. A partir del segundo tercio en especial, el ritmo se vuelve frenético y la novela imposible de soltar.

Llevábamos mucho tiempo esperando a que nos contaran la Historia otras voces. La de Ana Roux nos ha cautivado cual canto de sirena, de modo que estamos deseando embarcarnos en su próxima aventura.