Estamos en la Francia de 1899. La familia Waverly abandona su Londres natal para establecerse una temporada en París. El objetivo de lady Charlotte Brickton es abrir una galería de arte, pero el de Ingrid Waverly, su hija, es esconderse del bochornoso escándalo que dejó en Londres. Y la abadía donde van a vivir y construir la galería de arte es el sitio perfecto para ello. Pero el hijo mayor de la familia, Grayson, ha desaparecido sin dejar ni rastro y, ante la impasibilidad de la policía, Ingrid y su hermana Gabby deciden investigar por su cuenta. Y lo que en un principio parecía ser un caso de persona desaparecida pronto se complicará más cuando Ingrid y Gabby descubran que una gárgola protege su abadía y que su hermano Grayson podría haber sido secuestrado por demonios y llevado al Inframundo. ¿A quién recurrir entonces?

Noche oscura en París tiene indicios de novela gótica ya que reúne varios de los tópicos de estas novelas: abadías abandonadas, iglesias tétricas con sus respectivos túneles llenos de cadáveres y, por supuesto, demonios y un misterio por resolver. En este aspecto la autora tiene un diez en ambientación: no se corta ni un pelo a la hora de describir a la pobre desgraciada de turno que acaba descuartizada por mastines infernales, ni al demonio de dientes afilados y mirada lasciva.

También encontramos un punto a su favor en el tema de los personajes: la autora tiene a su disposición un buen grupo de personajes bien definidos y, en lugar de enfocarse en lo que sería la pareja habitual y su amor imposible, Page Morgan también ahonda en la vida y relaciones de los personajes secundarios, los cuales tienen un papel bastante importante en la trama. Por contra, se echa de menos en los protagonistas dos o tres años más: en algunos casos resulta muy poco creíble la madurez de la que hacen gala.

La trama avanza de manera correcta y, como hemos mencionado antes, Noche oscura en París no solo se centra en la historia de amor —que la hay—, sino también en la investigación de la desaparición de Grayson, y podríamos considerar la novela como algo más que introductoria. Presenta a los personajes y la trama con bastante detalle, y deja varios cabos sueltos para la continuación. Y por último, pero no menos importante, es el tema de la naturaleza de algunos personajes: ni vampiros ni hombres lobo. La autora recurre a la figura de las gárgolas para su historia de amor, y ese soplo de aire fresco se agradece. Y solo por eso Noche oscura en París no te decepcionará.