Bienvenido a la República de Itreya, donde del cielo cuelgan tres soles y donde la noche absoluta, a la que sus ciudadanos llaman «veroscuridad», solo cae una vez cada dos años y medio. Mia Corvere ha crecido en Tumba de Dioses bajo la protección del viejo Mercurio, su shaiid, quien habrá de prepararla para su venganza. Un gato hecho de sombras la acompaña. Y es que, lo creas o no, Mia tiene el don de utilizarlas a su antojo.
Pero antes de empezar su viaje hacia la Iglesia Roja, una brutal escuela de asesinos que rinde homenaje a la Madre de la Noche, Mia se encontrará con un joven llamado Tric, un paria como ella con el que comparte su lugar de destino. Así da comienzo el primero de los tres «relatos» que componen la trilogía Crónicas de la Nuncanoche, que narra la historia de Mia Corvere, la Hija Pálida.
A lo largo de este volumen conoceremos el pasado de Mia y las razones de su sed de venganza, pero también el poder que reside en su interior. Nuncanoche quizá te recuerde a la historia de la asesina que es perfecta desde el primer momento, pero Mia Corvere no lo es. Si lo parece es gracias a su fiel compañero, quien es capaz de, literalmente, tragarse su miedo.
La construcción del mundo es fascinante, pero puede llegar a resultar un poco abrumadora al principio por las extensísimas, aunque en muchas ocasiones hilarantes y enriquecedoras, notas a pie de página. La construcción de los personajes no se queda atrás. Su trabajado trasfondo te sobrecogerá.
En conclusión, Nuncanoche tiene sorprendentes plot twists, escenas que por lo grotesco de lo que describen te harán querer girar la vista hacia otro lado y momentos en los que, sencillamente, no podrás creer lo que está pasando.
Si disfrutaste de Sombra y hueso de Leigh Bardugo, Trono de cristal de Sarah J. Maas o La era de huesos de Samantha Shannon y quieres probar algo un pelín más adulto, oscuro y sangriento, dale una oportunidad a Nuncanoche.