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A la orilla de la luz
Simón Vargas

Alfaguara
Reseñas de novedades El Templo#76 (junio 2020)
Por Elena Romero
6.018 lecturas

 

 

Bogotá se encuentra en la cima de una montaña, a la orilla de la luz. Es una capital caótica, contaminada y ruidosa, construida sobre los restos de un cementerio indígena. Sus habitantes tratan de sobrevivir a la rutina, tienen preocupaciones, trabajos, aficiones, amigos y parejas. Algunos aman la ciudad y otros sueñan con marcharse de allí en el futuro. Sin embargo, últimamente suceden cosas extrañas en sus calles. Delincuentes que eligen las torturas más raras, desapariciones, robos... La ciudad parece estar preparándose para algo, pero nadie puede imaginarse para qué.

 

Esta antología de catorce relatos escrita por Simón Vargas presenta una variedad de personajes –o de víctimas, según cómo se mire– cuyas historias están conectadas entre sí. Sus vidas interfieren continuamente en las de los demás, construyendo a lo largo del libro una historia coral. Simón juega con nosotros a través de ilustraciones, símbolos, con la tipografía..., y el lector lo agradece. Un aspecto negativo que podemos resaltar es que algunos relatos no se sostienen por sí solos: al estar tan ligados al núcleo principal, si se leen de forma independiente la trama puede carecer de sentido. No obstante, adquieren otro significado una vez acabado el libro.

 

A la orilla de la luz es una interesante ópera prima en la que destaca una cuidada edición y unas historias muy bien hiladas. El lector solo sospecha lo que está sucediendo hacia el final del libro, ya que el misterio se mantiene gracias a una información perfectamente dosificada. Por muy listos que seamos, el autor siempre va un par de pasos por delante. Los términos latinos recorren las páginas, pero no dificultan la lectura, sino que la enriquecen. Además, al final encontramos un pequeño glosario.

 

Simón Vargas, músico reconocido por pertenecer a la banda Morat, consigue crear con su primera novela un mundo propio. Nos invita a recorrer su ciudad en un largo e inquietante paseo en el que comprobamos que Bogotá está viva y la Mala Suerte deambula por sus calles como un habitante más.