Cuando se viaja en el tiempo (sobre todo al pasado) la primera norma del viajero es dejar todo exactamente tal y como estaba y no influir en los acontecimientos. Pero la FUP, una empresa que ha logrado crear un túnel llamado el Tubo, tiene otros planes. Conectados a la frontera anglo-escocesa del siglo XVI, esta empresa quiere explotar las zonas minerales del siglo XVI que en el suyo ya se han agotado y crear un resort turístico.

Pero el clan de los Sterkarm no se lo está poniendo fácil: arrogantes y dedicados al pillaje entre clanes, los Sterkarm son orgullosos y arteros, y no se dejan engañar fácilmente por los «Elfos», como se hacen llamar los viajeros en el tiempo. Y entre ellos, como enlace entre el clan y la FUP, se encuentra Andrea, atrapada entre su lugar de origen y un lugar que ha llegado a considerar su hogar.

El pacto de los Sterkarm es una novela que tiene humor, amor y aventuras. Los Sterkarm ponen esa nota al no dejarse manipular por los Elfos, quienes les subestiman constantemente al pensar en ellos como gente atrasada. Así, todas las patrullas de viajeros son asaltadas un día sí y otro también por el clan para conseguir las ropas y todos los aparatos electrónicos y modernos que tienen, aunque los Sterkarm no sepan utilizarlos, devolviendo a unos Elfos indignados y desnudos a su propio siglo. Otro detalle importante de la novela —y por el que los Elfos subestiman también al clan— son las muestras de cariño que se profesan entre amantes y entre padres e hijos, y la facilidad de los Sterkarm de dejarse llevar por sus sentimientos.

A esta novela le sigue The Sterkarm Kiss (nunca traducido al castellano), que sigue con las aventuras y desventuras de la FUP y los Sterkarm, aunque también es difícil encontrar la continuación en el idioma original.

Narrado con un estilo sencillo y alternando de un siglo a otro, El pacto de los Sterkarm es una novela extraordinaria que te hará pasar un buen rato y te arrancará alguna que otra carcajada y lagrimilla con sus personajes.