¡Cuidado, lector! Esta reseña contiene spoilers de las entregas anteriores de la saga.

Simon está triste. Acaba de cumplirse un año desde el accidente de la calle 118, pero él sigue en silencio, atascado en una oscuridad afilada que lo mantiene preso de sus propios pensamientos. Valeria se ha convertido en un fantasma que lo envuelve todo y le impide ver más allá, y su ausencia lo está consumiendo poco a poco.

María está perdida, pero finge no estarlo. Después de lo sucedido en España, la chica esquiva las dudas que la persiguen porque le da miedo conocer la respuesta. Por ello, envía cartas sin remitente y viaja sin destino. Así es como llega a Francia, donde empieza a vivir aparentemente despreocupada, manteniéndose a flote como puede, pero contenta y sin ataduras, al fin y al cabo.

Los caminos de ambos se cruzan a raíz de una canción de Simon y de la insistencia de María, pero se mantienen unidos gracias a una fotografía que encuentran en uno de los libros de Valeria. Ambos sienten que se trata de una fotografía importante y que, por lo tanto, deben devolverla. Así, los chicos se embarcarán en un viaje en busca de su dueña, pero también de las palabras que necesitan para ponerle nombre a todo lo que los mantiene en silencio.

Este es el broche final de una saga caracterizada por su delicadeza, su intimismo y su reflejo realista de las relaciones humanas. Pájaro azul es un crudo retrato del duelo que sigue en la misma línea que sus predecesoras: una trama sencilla de la que no podemos esperar acción o giros sorprendentes, sino que actúa únicamente como detonante para desarrollar la historia de verdad; en este caso, la batalla de Simon y María contra sus respectivos fantasmas.

La jovencísima autora evidencia una vez más su facilidad para construir personajes reales, sinceros e imperfectos, y juega con una serie de pensamientos difíciles de plasmar sobre el papel. Lo hace, además, con un estilo fluido, sin adornos ni dramatismos, centrado en lo auténtico y natural de los sentimientos que describe.

Con Pájaro azul y la búsqueda desesperada de la manera de lidiar con el dolor que relata, Clara Cortés cierra de forma brillante el que, esperamos, sea solo el primer paso de su trayectoria por nuestra literatura juvenil