Un adolescente en la terraza de un bar. Ámsterdam, llena de turistas y de canales. Jacob es inglés, y es su primera vez en Holanda. Ha venido a ver a la mujer que cuidó a su abuelo durante la Segunda Guerra Mundial. Una joven se sienta con él. Le invita a una cerveza. Flirtean. La chica le apunta su número, se tiene que ir, pero antes le besa, cogiendo una de sus manos y llevándosela a su entrepierna, donde Jacob nota «un juego compacto de pene y pelotas». Es la primera vez que Jacob besa a un hombre.
Cincuenta años antes, Geertrui vio la esperanza caer del cielo. Los paracaídas se desplegaron sobre el horizonte del campo holandés y la palabra «liberación» comenzó a extenderse rápidamente. Pero era 1944 y aún quedaba un año más de guerra, el año más importante para la vida Geertrui: el año que conoció el amor. Jamás ha podido olvidar los sucesos de aquellos meses, ni siquiera ahora, postrada en una cama a causa de una enfermedad degenerativa.
El poliamor, la eutanasia, la infidelidad o el despertar sexual son algunos de los muchos temas que apuntalan ambos relatos, cuyo punto de unión es un hombre que no es más que un recuerdo (¿idealizado?) para todos los que una vez lo quisieron.
Postales desde tierra de nadie es una novela magnífica. Aidan Chambers reflexiona sobre el ser humano con una delicadeza y calidad propias de un autor sobresaliente y se hace preguntas sin tratar de dar ninguna respuesta.
No en vano la novela ha sido ampliamente premiada: te encuentras ante una obra donde todo funciona como un reloj. Los personajes tienen matices, la trama no descarrila en ningún momento, tiene unas descripciones cuidadísimas y consigue que el lector se implique emocionalmente con el drama de los protagonistas. Pero son sus diálogos, sin duda, su mayor conquista: son inteligentes, hacen que conozcamos más a los personajes y que la acción avance, y ninguno cae en banalidades o resulta innecesario. En un panorama literario tan sobreexplicativo y moralista, Postales desde tierra de nadie es un recordatorio y un regalo. Ojalá alguna editorial apueste por su reedición, porque las historias de Jacob y Geertrui merecen ser leídas.