¡Cuidado! Esta es la reseña de una continuación y contiene spoilers de los volúmenes anteriores.
Charlotte espera un hijo de Henry; Tessa y Jem se han prometido, Will está libre de la maldición y ha recuperado a su hermana, Cecily. Todo debería ir viento en popa. Sin embargo, las sombras continúan enturbiando la felicidad de los habitantes del Instituto de Londres.
Los Branwell han perdido el apoyo del Cónsul Wayland, lo que podría poner en peligro el puesto de Charlotte como directora; la enfermedad de Jem es cada vez más grave; Will se siente miserable por haberse declarado a Tessa, la prometida de su parabatai; Gabriel Lightwood acude al Instituto en busca de ayuda cuando su padre, importante aliado de Mortmain, desaparece, y el Magister, con su ejército de implacables autómatas, sigue en paradero desconocido.
Princesa mecánica es una muestra más del estilo ágil y trepidante de Cassandra Clare. La novela mantiene siempre varios frentes abiertos (la verdadera naturaleza de Tessa, la carrera contrarreloj para vencer la enfermedad de Jem, la amenaza de Mortmain...) que se van desarrollando poco a poco. La autora alterna unos y otros en el momento justo para mantener una intriga que no te permite separarte del libro.
La trilogía está ambientada en el Londres del siglo XIX, lo cual se transmite no solo en el entorno sino en la psicología de los personajes. Comparándolo con las otras novelas de la autora, ambientadas en la actualidad, podemos ver cómo el propio mundo de los cazadores de sombras ha evolucionado con el paso del tiempo.
Los personajes son, junto con la trama, otro de los puntos fuertes de la trilogía. Cada uno tiene su propia esencia (la curiosidad de Tessa, el descaro de Will...) que lo distingue de los demás. Además, sus personalidades se van desarrollando a lo largo de toda la saga, adaptándose en función de sus nuevas experiencias y emociones. En Princesa mecánica, esta evolución se hace patente sobre todo en los nuevos personajes: Cecily y Gabriel.
El desenlace de Cazadores de sombras: Los orígenes tiene intriga, amor, odio, destrucción, sorpresas... Un cierre a la altura de la saga, con un soberbio epílogo que no dejará a nadie indiferente.
Los artefactos infernales carecen de piedad.
Los artefactos infernales carecen de remordimientos.
Los artefactos infernales carecen de número.
Los artefactos infernales nunca dejarán de llegar.