La familia de Mira ha emigrado de Siria a Berlín. Han conseguido huir de la guerra, pero han tenido que hacer muchos sacrificios y ahora viven en un apartamento pequeño que consiguen mantener gracias a que su madre trabaja todo el día. Para ganar algo de dinero, Mira pasea a Rolf, el perro de una vecina. Un día, mientras está con Rolf en el parque, descubre un impresionante caballo blanco; recordando las clases de hípica que daba en Siria, intenta montar... sin ningún éxito. Solo la intervención de Zofia, la dueña del caballo, evita que sufra un accidente.

Zofia es una anciana arisca y estricta más interesada en Rolf que en Mira. A pesar de que su relación comienza con mal pie, accede a enseñar a Mira a montar con una condición: que transcriba sus memorias porque ella es demasiado mayor para escribirlas. Así descubriremos la historia de una niña polaca que pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial en Janów Podlaski, el establo que guardaba los mejores caballos de Polonia. Y conoceremos también a Príncipe, el caballo con el que Zofia estableció un vínculo único y con el que acabaría participando en las Olimpiadas.

Stacy Gregg parte de una historia real para crear al personaje de Zofia. La obsesión de Hitler por la raza aria alcanzó también a los caballos, y el ejército nazi requisó los mejores sementales de Europa con la intención de crear una raza equina superior. Uno de los criaderos de caballos que sufrió el control alemán fue Janów Podlaski, famoso por sus caballos árabes, como Príncipe. La realidad y la ficción están tan bien enlazadas que se agradece el epílogo final para averiguar qué parte de lo narrado es real.

Por su parte, la trama de Mira une la de Zofia con el momento (y el público) actual. Casi todos los aspectos de la vida de Mira quedan desdibujados; sabemos poco de su pasado en Siria y su historia de acoso la hemos leído ya muchas veces. Todo el esfuerzo de la autora se centra en la equitación: podemos ver la evolución de Mira con Emir, el caballo de Zofia, y sentir sus éxitos y sus fracasos. Hay que reconocerle a Stacy Gregg que ha sido capaz de narrar una competición de salto con la emoción de una batalla épica.