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Ready Player One
Ernest Cline

Ediciones B
¿Solo para adultos? El Templo#33 (abril 2013)
Por Pablo C. Reyna (Cronista)
12.378 lecturas

Estamos en el año 2044 y la realidad no puede ser más cruda: a las crisis económicas mundiales se suman varias guerras y todo tipo de desastres que nos han llevado a un clima generalizado de pobreza que afecta hasta a los Estados Unidos. Wade Watts, un adolescente con sobrepeso, vive en una torre de caravanas amontonadas, en una de las zonas más deprimentes de Oklahoma. El escenario es deses­peranzador, pero él tiene una vía de escape: OASIS. Es una red social, la red social por excelencia, tan perfecta y desarrollada que hasta los jóvenes pue­den realizar sus estudios en ella; sólo necesita co­nexión a Internet y el hardware básico para sumer­girse en la plataforma. Aquí Wade no es Wade, sino Perzival, un avatar sin un dólar (ni real ni digital) ni acceso a los millones de planetas del universo OA­SIS; él se tiene que conformar con recorrer Ludus, el minúsculo planeta del instituto, donde nunca sucede nada interesante y los avatares ni siquie­ra pueden luchar entre sí. De todos modos, ¿cómo se podría defender de los usuarios más poderosos si no puede comprar armas ni subir puntos en su perfil?

Pero Wade (o Perzival) tiene una obsesión: la Gran Cacería. Halliday, el fundador de OASIS, falleció años atrás sin dejar heredero para su fortuna ni para el asiento del director de la empresa. Como era un obseso de los años ochenta, donde casi todos los videojuegos tenían sus «Easter Eggs» (Huevos de Pascua, secretos escondidos para la mayoría de jugadores), decidió es­conder su suculenta fortuna en un rincón secreto del uni­verso virtual de la red, y sólo dejó una pista indescifra­ble para encontrar la primera llave que llevaría hasta el tesoro. Wade lleva años investigando la vida de Halliday en busca del premio que lo saque del aburrimiento y de la po­breza, pero existen mi­les de usuarios obsesio­nados como él. Además, una compañía de villanos también quiere hacerse con el mando de OASIS, lo que significará el fin de la última red social libre y gratuita. Cuando después de años sin movimientos, la Tabla de la puntuación muestra a Wade en pri­mer lugar, la Gran Cacería se reactiva y se inicia una carrera a muerte (en el sentido literal. La compañía no tiene escrúpulos) por llegar hasta el final y ser el primero en penetrar hasta el interior del planeta de Halliday, donde espera la herencia.

Ready Player One es una novela adictiva y muy original, con una trama apasio­nante de esas de cómo-no-se-le-ha-ocurrido-a-alguien-antes. Nos mantiene en tensión hasta el último segundo, mientras seguimos cada prueba y acertijo para alcanzar el nivel final (igual que en un videojuego), y es una emocionante visión de adónde pue­den llegar las redes sociales del futuro. Los personajes son muy redondos, y el autor explota muy bien las posibilidades de un mundo donde las personas se relacionan a través de avatares, que no son necesariamente idénticos a sus dueños. Ready Player One es la historia de una búsqueda (como el Santo Grial. Per­zival no es un nombre elegido al azar), pero dentro de una red construida con píxeles. Eso no la hace menos peligrosa ni emocionante, sino que aumenta las posibilidades con avatares robóticos o hechiceros: no hay límites para la imaginación en la red.

Aunque la novela no ahorra en referencias a la cul­tura de los ochenta (necesitaríamos un libro para enten­derlas todas), se puede disfrutar sin ser un experto de esta época. Es sobre todo una novela de ciencia ficción, tremendamente original, y que pide a gritos una versión cinematográfica. Por lo que sabemos, Warner Bros ya está manos a la obra. Tanto si llega como si no, Ready Player One es una lectura imprescindible. Ponte las gafas de realidad virtual, conecta con OASIS y déjate atrapar.