Cuando Ona despierta en una isla desierta tras lo que parece haber sido la loca noche de su decimoctavo cumpleaños, piensa inmediatamente que sus amigos le están gastando una broma pesada. Y, entonces, ¿por qué tiene la sensación de que no lo es? ¿Y por qué no consigue recordar nada de la noche en la que debió lde legar a la isla?
En esa playa desierta no parece haber nada ni nadie, y, por supuesto, tampoco hay alguien que pueda llevarla de vuelta a casa. Por eso, Ona deberá empezar a ingeniárselas para seguir con vida. Pero, teniendo solo los conocimientos que los libros de náufragos que solía leer puedan haberle proporcionado, ¿podrá seguir viva el tiempo suficiente como para que alguien la rescate? Si es que eso ocurre, porque debe de haber algún barco que pase por allí… ¿o no?
En esta bonita novela, ganadora del premio Jaén 2013, encontramos una historia excelentemente narrada, no demasiado trepidante, pero que se desarrolla con rapidez. Además, cuenta con una ambientación muy trabajada donde la naturaleza, que cobra un importante papel en el desarrollo de la novela, se transforma de acuerdo a los sentimientos de la protagonista.
Si bien es cierto que la trama no hace que te mantengas pegado al libro, sí que lo hacen sus personajes, pues cuenta con una protagonista fuerte y valiente, que no se ganará la simpatía de todos los lectores, pero que tampoco les dejará indiferentes, pues a medida que conozcamos cosas del pasado de Ona descubriremos en ella una personalidad interesante y en absoluto plana. Además, durante la novela observamos una evolución en ella, en su forma de pensar y actuar, claramente marcada por la situación a la que se está viendo sometida.
El estilo de Rocío Carmona, cuidado pero sencillo, consigue que nos sumerjamos en la soledad de la isla en cuanto leemos la primera página, a partir de la cual la historia no hace más que mejorar.
Por todo ello, esta novela consigue que acompañemos a una adolescente perdida y que no sabe exactamente quién es en su búsqueda de la felicidad, del amor, de la verdad y, sobre todo, de la forma de escapar de la isla que la retiene allí con el abrazo infinito del mar.