Todo el mundo ha oído hablar de los Grant. Desde que Eleanor empezó la tira cómica que contaba las aventuras de una familia numerosa, su fama no ha hecho más que aumentar. Los Grant no son iguales que en el cómic, pero se parecen mucho: la madre dibujante, el padre profesor, los cinco hijos, el vecino gruñón, la repartidora de periódicos rebelde… solo falta Gofres, el perrito que siempre les acompaña en las viñetas.
Pero ahora la tira cómica llega a su fin. Han pasado veinticinco años, los niños ya son mayores y los padres han decidido vender la casa. A Charlotte, la hermana menor, le entristece despedirse de su hogar y de los Grant ficticios, pero al menos van a hacerlo a lo grande: la ilusión de Linny, la segunda hermana, es casarse en esa casa, así que todos se reunirán allí para una última gran celebración.
El problema es que la boda parece gafada. La organizadora desaparece dos días antes del evento, la alarma de la casa se estropea y no para de sonar, uno de los hermanos está peleado con la familia y no se sabe si aparecerá… Para colmo, al día siguiente de la boda, el equipo de Good Morning, America irá a su a casa a grabar un especial de despedida, y eso también requiere muchos preparativos. Hasta les han llevado un perro igualito que Gofres para que salga en la tele.
Mientras corre de un lado para otro apagando fuegos, Charlotte intenta encontrar un hueco para Jesse, el chico de quien lleva enamorada toda la vida, que ha vuelto de la universidad y parece que, por primera vez, se fija en ella.
Salvar la boda atrapa gracias a unos personajes a los que cogemos tanto cariño como si llevásemos toda la vida leyendo sus cómics. De Danny, el hermano favorito de Charlotte, a Mike, la oveja negra, todos tienen su historia, su pasado, sus luces y sombras, y dan un toque especial a la trama de la boda, que es la parte menos original. La trama romántica se desarrolla con acierto, aunque queda en un segundo plano ante la fuerza del vínculo entre los hermanos.
A primera vista, la novela parece una de esas comedias donde todo va de mal en peor para después arreglarse milagrosamente, pero es más que eso: es una reflexión sobre la nostalgia, los cambios, la importancia de apoyarse en la familia, y también de construir una vida fuera de ella.