El gallo Casildo por fin ha encontrado trabajo. Tras tres años en paro, ha recibido una llamada para trabajar, nada más y nada menos, que de lo suyo: profesor de canto. Quizás no se luzca tanto como en sus tiempos de estrella en los escenarios, pero seguro que contará con el alumno más aventajado que, gracias a su ayuda, se convertirá en el mejor cantante de todos los tiempos.
Entonces recibe a sus nuevas alumnas y el mundo se le cae encima. Las Wonderful son cinco tortugas centenarias, con los achaques propios de su edad y una voz incompatible con la música. Capitaneadas por la señora Lennon, le piden que las entrene para ganar un concierto benéfico. Y Casildo, que necesita el dinero (si no quiere que lo echen de casa), accede con la idea de desentenderse en cuanto arregle sus asuntos.
Pasa el tiempo y Casildo no se va del coro: ¿cómo explicarles a esas inocentes ancianas que no tienen ni la más mínima posibilidad? ¿Será capaz de romperles el corazón?
Sé tortuga nos ha recordado las grandes virtudes de las fábulas. Agustín Sánchez Aguilar nos presenta un conflicto cotidiano y a la orden del día, que bajo otro envoltorio podría resultar muy adulto. Sin embargo, mediante los animales antropomórficos acerca temas como la valentía, la bondad, el pesimismo vital o el perdón a todos los públicos. Los arquetipos del imaginario popular —el gallo, la tortuga, la liebre— cobran una nueva vida a través de las tiernas ilustraciones de Anna Baquero y el genial humor del autor.
Porque, sin duda, la seña de identidad de esta obra es la comedia. El contraste entre la personalidad huraña de Casildo y el eterno optimismo de las Wonderful propicia decenas de escenas desternillantes. No exageramos: cada una de las páginas de esta novela está pensada al milímetro para hacerte reír (y leer) sin parar.
Y es que el ritmo del libro es tan vertiginoso que llegarás al final sin darte cuenta. Probablemente, te darán ganas de empezarlo de nuevo para paladearlo como exige su mantra. Ya sabes, ese que dice: «Sé tortuga. Disfruta del camino».