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Sentinels
Martín Piñol

La Galera
Reseñas de novedades El Templo#57 (abril 2017)
Por Carlota Echevarría
2.868 lecturas

David y Toni forman un tándem inseparable desde la universidad: David es la cara visible, uno de los presentadores con más gancho de la cadena televisiva para la que trabajan, y Toni permanece tras las cámaras, dirigiendo sus programas. Toni aporta sensatez y prudencia y, a cambio, David tiene todo tipo de ideas, unas más factibles que otras. La más reciente: hacer un reality donde entrenarán a futuros superhéroes. A Toni le parece una locura, un proyecto que no les dará más que quebraderos de cabeza. No obstante, él es un friki de manual, y eso de los superhéroes le toca la fibra sensible…

Como buen reality, Sentinels empieza con un casting televisado y continúa con unas semanas de entrenamiento y convivencia en una casa televisada también. David decide formar parte del variopinto grupo de sentinels y, ya que está, liderarlos. La idea es formar una especie de patrulla ciudadana que facilite el trabajo a la policía y ayude a detener a los malos sin saltarse la ley. Vale, esa parte no es muy espectacular, pero tienen uniformes chulos y un montón de frases lapidarias para impresionar a sus espectadores.

Al principio parece que todo va como la seda (mentira, pero bueno, tampoco se pueden quejar), pero con los fans también llegan los haters, y un psicópata al que rechazaron en el casting no tardará en alzarse como su némesis.

Sentinels es como una peli de Marvel producida en España: con menos presupuesto, pero más realista y entrañable. Una novela bastante distinta a lo que solemos leer en juvenil: autoconclusiva, con poco romance y personajes en la treintena.

Martín Piñol vuelve a demostrar que es posible hacer humor de calidad. La prosa es fluida, los diálogos son realistas y las situaciones, hilarantes. Y no somos los únicos que lo pensamos: Sentinels ganó el Premio Joaquim Ruyra que La Galera otorga cada año a una novela escrita en catalán; un galardón que en 2014 se llevó Un hijo, de Alejandro Palomas, que luego sería Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.

Un consejo para terminar: si eres de los que dejan los libros cuando llegan los agradecimientos, ¡no lo hagas! Te estarás perdiendo un poco de humor piñolesco a lo escena post-créditos de Marvel.