En 1999 se publicó Cuando los árboles hablen (Speak), una novela que ya forma parte de la historia de la literatura juvenil por abordar el abuso sexual. Veinte años después, su autora contó que se había inspirado en su propia experiencia para crearla. La evolución desde esa obra de ficción hasta su propio testimonio se recoge en Shout, su autobiografía.
Mediante poemas cortos, Laurie Halse Anderson repasa los acontecimientos que han marcado su vida como persona y escritora. El libro comienza situándonos en el complejo contexto de su crianza: sus padres sufrieron violencia; él como veterano de guerra, y ella como pareja de este. La inestabilidad del hogar marcó la infancia de la autora. Su adolescencia no fue menos difícil debido a las diferencias sociales y económicas con sus compañeros y la marginalidad consecuente. El deporte y un intercambio en Dinamarca, donde vivió con una familia estructurada y trabajó en el campo, le devolvieron la fe en el futuro.
Pero, por encima de todo, fue la escritura lo que la salvó. A través de los profesores, de sus propias lecturas y de su gusto por los idiomas, Anderson encontró en las palabras un mundo donde era posible enmendar el caos exterior, explorar las heridas y tratar de cerrarlas. Por ello, en Shout nos insta a «perseguir nuestras pesadillas», no nuestros sueños, para aprender a vencerlas.
Además de su propia voz, que por primera vez nos llega en primera persona, visceral y lúcida, en esta obra se plasman muchos otros gritos anónimos. Los de los cientos de personas que se han acercado alguna vez a Laurie para decirle: yo también.
La gran virtud de su primera novela era, precisamente, el acompañamiento y la comprensión que ofrecía. A través de la historia ficticia de Melinda, Laurie Halse Anderson abrió un espacio para desmontar un tabú de nuestra sociedad. La literatura sirvió como refugio. Ahora, a través del activismo, Anderson exige justicia. Shout es una denuncia social, donde ella da un paso al frente y se suma al movimiento #MeToo como superviviente.
Este libro no habla, grita. Y lo hace con la madurez de una autora que lleva toda su carrera literaria poniéndose en la piel de los jóvenes maltratados.