Luisa encuentra trabajo en el Silence Hill Resort de Sark, la isla más pequeña situada en el Canal de la Mancha y bajo la soberanía de Reino Unido. Consigue el empleo gracias a que el dueño, el señor Patrick Groen, se ha apiadado de ella. Su padre está enfermo y necesita el dinero para costear su tratamiento.
Nada más llegar a la isla conocerá a Jim, el cochero del hotel. El joven de origen escocés le advertirá sobre las excentricidades de su jefe: nadie en la isla le ha visto, rige el hotel con antiquísimas normas, a pesar de tener tan solo veintitrés años, y lleva una máscara porque, según dicen, se desfiguró la cara en un accidente de tráfico. A este elenco de personajes hay que añadir al ama de llaves, Helen Roberts, y la cocinera, Margot, que tampoco son de fiar.
Con este panorama, Jim cree que Luisa no aguantará ni una semana, pero la joven luchará para conseguir su objetivo. La compañía del cochero le gusta y hace sus días agradables. Por otro lado, el afán de Luisa de saltarse las normas una y otra vez hará que su jefe se desespere con ella, pero a su vez, despertará en él algo que creía que no podría existir…
Tras el cierre de la trilogía El Bosque, Esther Sanz vuelve a las librerías con una novela de amor y misterio que impresionará al lector, no solo por la delicada narración a la que nos tiene acostumbrados, sino por el lugar elegido para la novela. La isla de Sark es bastante especial, ya que hasta 2008 estaba regida por un régimen feudal. Aunque tampoco podemos pasar por alto la historia, tierna y entretenida, de la cual la autora ha sabido sacar provecho, haciendo dudar al lector sobre las posibles soluciones que tienen los misterios que envuelven a los personajes, tanto los principales como los secundarios.
Si el amor es una isla es una historia que no podrás parar de leer hasta conocer su final y descubrir cómo termina la frase que bautiza a esta preciosa novela.