Nadie conoce a la verdadera Mclean. Ni siquiera ella misma.

Su mundo cambió por completo el día en que sus padres se divorciaron: su madre inició una nueva y fabulosa vida, así que Mclean decidió seguir a su padre. Él, en su empeño por reflotar restaurantes arruinados, debe mudarse continuamente.

En solo dos años han vivido en cuatro ciudades diferentes. Cuatro comienzos en los que Mclean ve una oportunidad para olvidar su pasado y convertirse en alguien diferente. Por ello se crea una identidad nueva en cada instituto e interpreta un papel sin encariñarse demasiado con nadie. Cuando llega el momento de volver a mudarse está preparada para dejar de ser la popular Beth o la deportista Lizbeth para convertirse, por ejemplo, en Eliza la gótica.

Sin embargo, las cosas cambian cuando en uno de esos destinos conoce a Deb, a Riley y a su atractivo vecino Dave, que destrozarán su coraza y le harán plantearse si, después de todo, no merece la pena ser simplemente ella: Mclean.

Gracias a que la historia está contada en primera persona por Mclean, podemos sumergirnos de lleno en su mente y conocer todos sus secretos, miedos y pensamientos. Su voz es tan cercana que llega a parecer real, y los problemas por los que pasa son tan universales que es difícil no sentirse identificado con ella en algún momento. Si le sumamos unos secundarios carismáticos y una trama aparentemente sencilla pero muy elaborada, tenemos como resultado una historia de las que permanecen en la memoria mucho tiempo después de haberlas leído.

Sarah Dessen vuelve a demostrar por qué es la reina de la romántica juvenil. Si ya conoces a la autora, encontrarás algunas referencias a sus novelas anteriores entre las páginas de Te vas sin decir adiós; si no has leído nada suyo, este puede ser un buen libro para empezar. En cualquier caso, te aseguro que no podrás decirle adiós.