This is the essence of the sexual double standard: boys will be boys, and girls will be sluts.
Antes del escándalo, todo el mundo veía a Izzy tal y como es: una chica audaz y despierta que disfruta haciendo reír a la gente y que, por ello, sueña con ser guionista y comediante. No obstante, cuando alguien publica las fotos de Izzy acostándose con Carson y los chats que mantenía con Zachary, donde se mandaban fotos desnudos, la chica se convierte en el blanco de todas las críticas.
Izzy decide tomárselo con humor... hasta que la cosa se pone seria. El padre de Zachary es un importante senador, y, de la noche a la mañana, Izzy es un escándalo nacional. El alcance de la polémica es tan grande que el concurso que había preseleccionado uno de sus guiones y que, por tanto, podría ser un impulso para llegar a la universidad, decide rechazarla para no involucrarse en el escándalo.
Para Izzy, lo más frustrante no es que sus amigos le hayan dado la espalda o que sus fotos estén en todos los medios. Lo peor es no entender por qué, si los dos han hecho lo mismo, la vida de Zachary sigue intacta mientras la suya se cae a pedazos.
El feminismo está cada vez más presente en la literatura juvenil, y Laura Steven aborda en esta novela la causa desde un enfoque muy distinto: el humor. La voz narrativa de Izzy es mordaz, cercana y muy divertida, pero no por ello frívola. Es más: a través de un tono aparentemente más cómico que de conciencia, el libro transmite un mensaje de crítica a los dobles raseros tan importante como el de las novelas que exponen de forma más cruda la violencia contra las mujeres.
A pesar de la importancia del trasfondo ideológico, la autora no descuida las cuestiones más literarias. La trama mantiene el interés del lector en todo momento y el estilo, seña de identidad de la obra, es tan ágil y divertido que nos morimos de ganas de seguir leyendo a Laura Steven. Por suerte, A Girl Called Shameless, la segunda parte de la novela, acaba de publicarse en Estados Unidos