En una sociedad donde manda el deber y falta placer, donde corremos de un lado para otro constantemente y donde apenas hablamos los unos con los otros a menos que no sea por medio del teléfono, ¿tenemos tiempo para vivir grandes aventuras?
Handler lleva esta pregunta a Gwen, una niña de catorce años que, como todos los adolescentes de su edad, no sabe qué esperan los adultos de ella y se muere por dar rienda suelta a su rebeldía. Su padre, Phil, es un productor de radio que busca una historia que apasione a América. Mientras sobrevive a su latosa existencia, trata de no acostarse con su secretaria, conseguir un buen programa para pagar su nueva y carísima casa, y encauzar a su hija, que ha desarrollado unas inadecuadas aptitudes cleptómanas.
Una mañana, la niña se fuga de casa y roba una réplica a gran escala de un barco pirata del siglo XVIII. La acompañan su alternativa mejor amiga, un anciano con Alzheimer que habla como un auténtico bucanero y un inmigrante jamaicano. Esta variopinta tripulación comenzará a sembrar una oleada de terror en la bahía de San Francisco donde cada acción tendrá consecuencias irreversibles.
Con un juego de narradores brillante y muy cinematográfico, Daniel Handler vuelve a nuestras estanterías de la mano de Siruela con una historia que explora las relaciones familiares como pocos otros autores lo han hecho antes en la literatura juvenil. Toda la novela es un flashback en el que dos líneas temporales se alternan como recurso para encontrar todas las respuestas de esta surrealista historia. La primera, protagonizada con Phil, narra un único día, mientras que la de Gwen comienza varios meses antes. Aunque pueda parecer un tanto caótico, la prosa del estadounidense hila con una gran técnica ambas historias. Además, Todos somos piratas cuenta con un elenco de personajes cuyas tramas individuales forman un puzle que, finalmente, encaja a la perfección sin dejar ni un solo cabo suelto.
Aunque la idea principal sobre la que gira la obra es la falta de aventuras de la actualidad, partiendo de un título tan sugerente y acusador como es Todos somos piratas, el libro es una sátira hacia la sociedad hipócrita y consumista en la que hoy vivimos. Handler profundiza en muchísimos temas, dando una visión muy crítica de todos ellos: la vida occidental, la clase media-alta americana, el machismo, personificado en Phil, la falta de escucha de los adultos hacia los niños o la marginación de los ancianos.
Finalmente, la vida y la muerte chocan como dos grandes olas bajo un Golden Gate crepuscular en un desenlace sobrecogedor y brillante que corona a Handler como uno de los mejores narradores de la literatura juvenil.