Julen nació en el corazón de África. Con el tiempo, se fue a vivir con sus padres a Estados Unidos. Y África y su abuelo quedaron atrás. Desde entonces procura ir a casa de su abuelo algunos veranos, porque le gusta ese modo de vida alejado de las preocupaciones cotidianas del primer mundo. Por eso, tras varios años sin ir y a pesar del descontento de su padre, ha decidido volver al pueblo de Kindu para pasar un mes allí.
Cuando llega, se encuentra una situación de total inestabilidad: un enorme león vaga por los poblados devorando a gente. Porque cuando un león viejo ha probado la sangre humana, su hambre es insaciable.
El hechicero Buku culpa al hombre blanco de esta situación y está volviendo a todos los habitantes de la zona en contra del abuelo Pablo. Para que no quede inmune, Buku rapta a la hija de Kanja, un masái que vive con el abuelo. Ella es Élodie, amiga de Julen cuando eran niños, que tantos recuerdos ha despertado en él a su regreso. Así que, sin perder el tiempo, organizan una expedición en su búsqueda en el corazón de África.
Con esta novela, Francisco Díaz Valladares ha ganado el Premio Edebé 2017. Tras la sombra del brujo es una de esas historias que nos hace viajar a lugares lejanos, donde los paisajes se convierten en una parte esencial de la trama.
Es un libro que juega con el elemento de la nostalgia de los personajes, en concreto la de Julen: se muestra un deseo tanto por vivir lejos de su sociedad como por un amor —el de Élodie— distinto al que ha dejado en Estados Unidos, y todo esto lo lleva a cuestionarse el modo de vida que quiere llevar.
Si bien es cierto que la trama del libro es muy lineal y sencilla, esto hace de ella una historia tremendamente entretenida, que se puede leer en apenas dos tardes. Tras la sombra del brujo nos muestra el choque de dos culturas, la africana y la occidental, aunque no llega a ahondar en las raíces culturales y da una visión del continente desde la mirada del extranjero.
En definitiva, esta es una lectura ideal para los lectores más jóvenes que quieran sumergirse en la selva sin moverse del sofá.