«Si un viajero se aventurase a cruzar los helados mares del norte, si los vientos y las mareas le fueran propicios, si sorteara las tempestades y los monstruos marinos se apiadasen de él, desembarcaría en un lugar donde los inviernos son largos y oscuros y en verano el sol jamás se va a dormir».
El hecho de ser un lector ya te convierte en un viajero aventurero, así que a partir de aquí no tienes más que dejarte llevar por las mareas y sorprender por la historia de El único y verdadero rey del bosque. Iban Barrenetxea es un artista guipuzcoano de la cosecha del 73 al que hemos conocido primero por sus trabajos en la ilustración, pero que cada vez se anima más a escribir sus propios textos. Estos experimentos de «autor completo» no siempre salen bien, y en muchos casos ponen de manifiesto que un maestro en un campo no pasa de aficionado en el otro. En el caso de Barrenetxea el prejuicio puede ser mayor: alguien que firma ilustraciones de tanta calidad no puede hacer textos a la altura, ¿verdad? Pero los prejuicios se quedan en eso, prejuicios: este autor demuestra con creces que su prosa no tiene nada que envidiar a sus dibujos. El texto de El único y verdadero no solamente es una delicadeza literaria: es que funcionaría maravillosamente bien sin ilustraciones, incluso con la mano de otro ilustrador. Se trata de un narrador extraordinario al que queremos seguir leyendo, además de un artista excepcional que nos deja boquiabiertos con cada uno de sus dibujos.
En el caso de El único y verdadero rey del bosque, Barrenetxea nos cuenta la historia de un zorro que no se deja cazar, perseguido por un montón de patanes y el mismísimo rey. Rey del palacio, sí, pero está por ver quién reina en el bosque. Una lectura placentera para todas las edades, además de una buena excusa para conocer a este autor.