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Entrevista a...

Erik L´Homme

El Templo #32 (febrero 2013)
Por R. A. Calle Morales
4.801 lecturas

¿Sabías qué...?

♦ Nace el 22 de diciembre de 1967 en Dieulefit, un pueblo del sur de Francia y publica su primer libro en 2001, a los treinta y cuatro años.

♦ Es licenciado en Historia por la universidad de Lyon y compagina su tarea de autor con labores periodísticas.

♦ Tras licenciarse viajó con su hermano durante años por todo el mundo visitando y viviendo en países como Pakistán, Afganistán, Malasia, Filipinas, el Líbano, Marruecos, Tailan­dia o China.

♦ Erik L’Homme es uno de los autores de literatura juvenil más valorado y leído en Francia donde es publicado por la editorial Gallimard.

♦ Sus obras han sido traducidas a más de veintiséis idiomas.

♦ Su obra más conocida, la trilogía El Libro de las Estrellas, ha vendido (solo en Francia) más de 650.000 ejemplares.

♦ La primera parte de la trilogía ganó el Premio Infantil y Juvenil del Festival In­ternacional de Geografía de Saint-Dié-des-Vosges.

♦ Esta trilogía fue inicialmente publicada por SM en su desaparecida colección El na­vegante, dejándola inconclusa. Años más tarde la editorial Legua tradujo de nuevo y edito los tres títulos: Qadehar el mago, El señor Sha y El rostro de la Sombra.

♦ Su último proyecto literario, la serie fantástica La Asociación, fue iniciado con­juntamente junto con el autor Pierre Bottero. Desgraciadamente este último fa­lleció en un accidente de tráfico en 2009 dejando a L’Homme solo para terminar la saga.

♦ Aún existen dos sagas del autor que no han sido traducidas al español: Le secret des abîmes y Phænomen, aunque de esta última encontrarás una reseña en el «Li­bros que no leerás en español» del número ocho.

 

Su primera obra, la trilogía de El Libro de las Estrellas, le catapultó a la fama. ¿Qué se siente al ver que su obra levanta tantas pasiones entre los más jóvenes?

Estoy al mismo tiempo sorprendido y emocionado por el entusiasmo de mis lectores. Es una emoción que no cesa. Sus rostros felices, sus ojos brillantes… esa es verdaderamente la más bella de las recom­pensas. La acogida que ha tenido El Libro de las Estrellas me conmueve todavía más, porque no tuvo campaña de promoción particular sino que el éxito de la serie se ha debido esencialmente al boca a boca.

En su trilogía Phænomen habla de jóve­nes con superpoderes. Lo que nos pare­ció original es su retrato de estos chicos como inadaptados y no como superhé­roes para los que tener poderes supone una ventaja. ¿Qué le llevo a tomar ese punto de vista tan interesante?

Violaine, Claire, Arthur y Nicolas son, por encima de todo, adolescentes, que tienen problemas propios de su edad. ¡Con un pequeño añadido! Violaine encaja las emociones de los demás, como si fue­ra un boxeador encajando un puñetazo, y a cambio se apodera de sus voluntades.

El mundo aparece deformado en los ojos de Nicolas, pero puede ver a través de las paredes. La memoria de Arthur es como una esponja que salpica su corazón cuando ha absorbido demasiado, pero es al mismo tiempo el cabeza loca del grupo.

Claire, que es una niña diáfana y con mirada de sílfide, crece, frágil y torpe, en una dimensión ligeramente desajustada: a veces se teletransporta.

Los cuatro sufren terriblemente por sus diferencias; les afecta muchísimo sentirse siempre fuera de lugar. Bajo la presión de los acontecimientos, Violaine, Claire, Nicolas y Arthur se ven obligados a abrirse al mundo. Pero no es fácil, por­que el mundo les rechaza, y ellos pagan el precio. Sin embargo, consiguen convertir sus debilidades en su fuerza. Enfrentados a todos esos desafíos, descubren la amis­tad y encuentran lo peor y lo mejor de sí mismos. Ellos maduran y crecen.

En resumen, es una historia de ini­ciación que hoy en día se cuenta lamenta­blemente poco, y que no hubiera podido contar si se hubiera tratado de superhé­roes estúpidos.

Phænomen, es a la vez una novela de aventuras trepidantes y un himno a la libertad; una libertad que se conquista y se paga con mucho sufrimiento.

¿Cómo surgió la idea de crear la saga de La Asociación con su colega y amigo Pierre Bottero? ¿Por qué alternarse no solo personajes sino también los libros?

Esta serie nació a base de encuen­tros, de amistades pacientemente tejidas. Con Pierre, por supuesto, pero también con nuestras editoras, sin las cuales ja­más habríamos podido imaginar este pro­yecto. Porque en todo viaje hacen falta exploradores y armadores que compartan un mismo sueño.

Hace ya tiempo que Pierre y yo queríamos escribir juntos, compartir un universo que no tuviera nada que ver con el nuestro, una tierra incógnita. Sobre el esquema aproximado que le llevamos a nuestras editoras, estaban escritas estas palabras como punto de referencia: «Dé­jate sorprender».

Las aventuras de nuestros perso­najes son autónomas, pero se cruzan, en efecto, en cada uno de nuestros libros, y convergen en un gran misterio que se re­suelve al final.

Y así ocurre que una misma esce­na puede ser descrita por duplicado en nuestros respectivos libros, ¡siempre con el respeto que merecen nuestros héroes!

¿Costó dar con el tono correcto de la obra en La Asociación? Esa mezcla jus­ta entre humor (sin rayar en lo ridícu­lo) y fantasía.

¡Para nada! Por encima de todo, lo que queríamos era divertirnos. ¡Sin bur­larnos del lector, por supuesto! Delirar se­riamente. No tuvimos que forzarnos. Nos reíamos mucho, incluso antes de poner­nos a escribir juntos. «El humor refuerza nuestro instinto de supervivencia y sal­vaguarda nuestra salud de espíritu», de­cía Charles Chaplin. ¡No hay duda de que Ombe y Jasper lo necesitaban mucho!

Más que la acción en sí, son el hu­mor y las referencias literarias las que le dan a la historia su tono particular.

El humor es para mí una gran cua­lidad humana que permite soportar los acontecimientos insoportables con los que, por desgracia, nos toca a veces convivir y a que su vez ayuda a ser objetivos, relati­vizar y escapar de la tontería y el dogma­tismo. El humor es la única alternativa.

 

Una de las cosas que más nos gustó en El Libro de las Estrellas y que se repite de mejor forma, si cabe, en La Asociación, es lo bien cimentada que está la magia que utilizan los protagonistas. ¿En qué se inspira para recrear las artes mágicas de sus obras?

Me acuerdo de que Pierre se quedó impresionado por mi trabajo de documen­tación, y por la seriedad de mis prepara­ciones. Yo era (¡como Jasper!) el Señor de la Magia del dúo. En mi despacho tenía varios libros dedicados al élfico (al Quen­ya, para ser precisos, que constituye la base de la magia jasperiana), y otros tra­taban sobre la Wicca o las propiedades de las plantas…

¡No hay que olvidar que soy historia­dor de profesión! Me encanta la investiga­ción, comenzar una construcción por sus cimientos, como ya lo había hecho en El Libro de las Estrellas, con la magia de los grafemas, a partir de runas escandinavas.

Y además, una vez vi a mi abuela encontrar un manantial solo con su varita de avellano. Y un día, un hechicero me curó una quemadura con sus manos. Mi madre prepara ungüentos con plantas, ¡y son más eficaces que muchas pomadas in­dustriales! Estoy convencido de que en el mundo existen presencias difusas, fuerzas en las cuales la magia pueda tener una cierta influencia. ¡Un universo encantado, de algún modo!

Sin duda uno de los puntos fuertes de La Asociación son sus protagonistas, Jasper y Ombe. Dos personajes con personalidades antagónicas pero igual­mente atractivos para el lector. ¿Cómo surgieron estos personajes?

Jasper y Ombe son Paranormales, agentes estratégicos de La Asociación (un organismo del cual solo sabemos que ges­tiona desde siempre la cohabitación entre humanos y criaturas). Él practica la brujería con maestría; ella encaja y reparte golpes que da gusto. Él tiene dieciséis años, un dudoso sentido del humor y las hormonas en plena ebullición. Ella tiene dieciocho, carga con un doloroso pasado y vuelve lo­cos a los hombres (¡bien lo sabe Jasper!).

Tanto al uno como al otro les ha sal­vado su reclutamiento en la Asociación: Jasper fue salvado de su depresión y de la falta de atención; Ombe de la marginali­dad y de acabar en un mal camino.

Mientras trabajábamos en la serie, Pierre y yo decidimos quedarnos en lo bási­co, y poner en escena el estilo de persona­jes que dominamos y nos gustan, cada uno con una perspectiva complementaria: para él, una heroína con fuerte personalidad, y para mí un héroe torpe e interesante.

Lamentamos mucho enterarnos de que Pierre Bottero, autor del segundo y cuarto volúmenes, falleció en 2009. ¿Se planteó abandonar la saga?

El mayor interés del proyecto era esta convivencia que yo compartía con Pierre; el placer, la alegría, el júbilo ex­tremo de escribir con él; de intercambiar y compartir ideas y emociones. Ahora que Pierre ya no está, he tenido que encon­trarle un nuevo sentido a este trabajo: completar la aventura para nuestros fieles lectores, por él, que era un hombre que jamás abandonaba, y por mí, que siento su presencia a través de Jasper y Ombe. El apoyo incensante de mi editora, Hed­wige, y de la editora de Pierre, Caroline,han cobrado igualmente un peso enorme a la hora de tomar mi decisión.

El proyecto no ha mantenido su for­ma inicial pero ha respetado la biblia que habíamos establecido Pierre y yo, incluso aunque me haya visto forzado a reducir mis ambiciones y a adaptarme. De hecho el quinto libro podía haber bastado de por sí. Toma nota de la muerte de Pierre y explora los sentimientos de todos sus lec­tores. Les obliga a estar de duelo: había visto tantas muestras de confusión y tris­teza que quería hacer algo al respecto.

Me importaba mucho hacerles acep­tar la desaparición de Pierre. Este libro me ha ayudado también a iniciar mi cambio de intriga. Es la razón por la cual, según creo, hay dos ciclos en la saga: la primera con, y la segunda sin Pierre Bottero.

El mercado cinematográfico se fija cada vez más en las obras que leen los jó­venes para llevarlas a la gran pantalla. ¿Ha recibido usted alguna oferta de la industria del cine para adaptar alguna de sus obras? ¿Le gustaría ver sus libros plasmados en cine o televisión?

Ni a mi editor ni a mí nos han con­tactado todavía con ninguna oferta. ¿Ocu­rrirá algún día? No lo sé, y no es algo que me importe mucho. Me gusta contar his­torias, pero mi oficio sigue siendo escribir libros. Evidentemente, me produce mucha curiosidad -¡y mi bolsillo estaría encanta­do!- de ver una adaptación en imágenes, y se hará si se debe hacer. No estoy en ningún caso decepcionado ni impaciente, porque no espero nada en este aspecto.

 

Intentamos localizarle por Internet, pero no encontramos una página oficial ni ningún perfil en redes sociales. Hoy en día algunos autores se valen de esos medios para el contacto con sus fans. ¿Cuál su relación con sus lectores? ¿Está en contacto con ellos de alguna forma?

¡Para vivir felices, vivamos ocultos! Dicho esto, opino que la verdad viene del terreno. Y el terreno, para un autor, son los lectores. De ahí el interés de frecuen­tar los lugares donde se encuentran: salo­nes, librerías, establecimientos escolares, mediatecas y, desde hace algunos años, Internet. La comunicación con ellos es in­tensa, aunque los diálogos reales, por mo­tivos prácticos, siguen siendo escasos.

Yo mantengo con mis lectores una ciber-relación pasiva: a través del foro de La Asociación o a través de blogs de lec­tores, asisto a sus discusiones (que jamás me dejan indiferente) sobre mi trabajo, y a veces intervengo.

Al mismo tiempo, se crea de algún modo una proximidad: la mayor parte de ellos me llama espontáneamente «Erik», como si yo formase parte de su grupo. Es­tas incursiones en sus hilos de conversación me permiten darme cuenta de la enorme importancia que puede tener un autor y sus libros en la vida de los jóvenes.

Pero los verdaderos encuentros se desarrollan en las firmas de libros o en las visitas escolares. Es en ese momento en el que yo entro en sus realidades. Es suocasión para ver qué aspecto tengo (para los más tímidos) o intentar sacarme secre­tos (¡para los menos tímidos!).

Una vez terminada la saga de La Aso­ciación, ¿qué proyectos tiene? ¿Ya está pensando en nuevas historias?

Para descansar de esta saga larga, voy a escribir un libro autoconclusivo en un universo enteramente realista, para un pú­blico de jóvenes adultos. Con esta próxima novela, como siempre, es­pero de verdad sorprender a mis lectores, ¡sacudirles y transportarles!

Y además, la idea de una nueva saga fantás­tica comienza a nacer en mi cabeza…

¿Cuál es el panorama de la literatura juvenil en Francia? ¿Qué está de moda en estos momentos entre los jóvenes?

Están pasando mu­chas cosas interesantes en la literatura juvenil en Francia. Aun­que sea difícil, tanto aquí como en el extranjero, enfrentarse a las tenden­cias anglosajonas…

Los vampiros siguen siendo los más populares, así como las distopías, pero muchos autores franceses han optado por crear una obra literaria, por escribir aque­llo que deseaban escribir, independiente­mente de las modas. Los lectores siguen aquello que está hecho con precisión, co­razón y talento.

Vivimos en una sociedad dominada por el mercado anglófono y a veces olvida­mos que en otros países también hay buenos autores e historias que mere­cen ser leídos. ¿Podría recomendarnos algún autor francés y algunas obras de literatura juvenil que en su opinión de­beríamos tener en consideración?

Dado que hay que citar a un autor, recomiendo encantado a un joven escri­tor con mucho talento y muy prometedor: Christophe Mauri, autor para Gallimard Jeunesse de obras de fantasía dirigidas a los más jóvenes (que es lo suficiente­mente raro para ser destacado) y en los cuales el protagonista, Mathieu Hidalf, un chico divertido e interesante, da nombre a la serie.

Sin salir de Gallimard Je­unesse, me viene a la cabeza también Où est passée Lola Frizmuth, de Aurélie Gerlach, un thriller alocado y lleno de humor, y los libros tiernos y divertidos de Une famille aux oetits oignons, de Jean-Phili­ppe Arrou-Vignod.

En la categoría de thri­ller apasionante está la tri­logía Vagabonde, de Hervé Jubert para la editorial Ra­geot Editeur.

Y de nuevo en Rageot Editeur no po­demos dejar de lado la serie Gaspard, de Stéphane Daniel, que retrata la adolescen­cia de manera muy real y muy divertida.

¡Y podría hacer una lista tan larga como mi brazo!

No queríamos terminar sin antes dar las gracias a Erik por concedernos la entre­vista y por el tiempo que ha dedicado a contestar cada una de nuestras pre­guntas, así como a la editorial Edelvives que puso los medios necesarios para que fuera posible.

Gracias a Lola Rodríguez por su ayuda con el francés.