Nicola Yoon irrumpió en el panorama juvenil con dos éxitos en crítica y ventas: Todo, todo y El sol también es una estrella, ambas novelas adaptadas al cine. Su última publicación es Instrucciones para enamorarse, ganadora de nuestro premio Templi en 2022. En su obra, Nicola suele hablar de la multiculturalidad (como sus protagonistas en El sol también es una estrella, Yoon es jamaicana y su marido, el también escritor David Yoon, desciende de una familia coreana, y ambos viven en Estados Unidos), de la formación de la propia identidad y, sobre todo, del amor. La autora «cree en el amor», tanto que, junto a su marido, lanzará en 2023 el sello editorial Joy Revolution para publicar «historias de amor protagonizadas por gente de color».
Instrucciones para enamorarse aparece en librerías cinco años después de la publicación de El sol también es una estrella y en sus agradecimientos explicas las razones. ¿Afectó también la pandemia a la novela? ¿Cómo ha cambiado tu vida, como autora y como mujer, el panorama global de los últimos dos años?
Instrucciones para enamorarse ya estaba terminado en el momento en que empezó la pandemia en 2020, así que no afectó a la novela. Aunque sí que pienso que mi actitud ha cambiado, creo que como la de la mayoría de la gente. Soy más consciente de que vivimos en una comunidad global y de que nuestras decisiones individuales afectan a todos los que nos rodean. Intento vivir en el presente y no procrastinar. La vida puede cambiar en un instante y es importante vivirla al máximo mientras puedas.
En un mundo cada vez más obsesionado con los resultados, en Instrucciones para enamorarse apuestas por disfrutar y vivir los procesos. ¿Es una filosofía que has podido llevar a tu vida como autora, disfrutar de la escritura y no tanto del resultado del libro final?
Muy buena pregunta. Xavier, de Instrucciones para enamorarse, es el personaje que más me gustaría emular. Cree en vivir el presente y en ser espontáneo y receptivo a todo lo que la vida quiere mostrarte. Yo también me esfuerzo por ello, pero no siempre soy capaz de conseguirlo. Sí que disfruto la escritura, pero también tengo siempre en mente el resultado final. Para mí, escribir una novela es como montar un rompecabezas y, por tanto, necesito tener la imagen final en mi cabeza.
En El sol también es una estrella contrastas dos realidades diferentes de las personas migrantes. Natasha vive con miedo a la deportación y Daniel lidia con las vicisitudes de ser un migrante de segunda generación. Como persona cercana a estas vivencias, ¿qué aspectos veías más importante reflejar?
Quería captar la sensación de estar atrapado entre dos mundos. Tanto Natasha como Daniel son hijos de dos culturas y países diferentes. Por un lado, esa experiencia es maravillosa y enriquecedora. Pero por otro, puede llevar a un sentimiento de no pertenencia a ninguna de las culturas. Por su amor, Daniel y Natasha se ayudan a crear su propia cultura y forman un nuevo país juntos.
Tus primeras novelas se adaptaron a la pantalla en un lapso de tiempo de solo dos años. ¿Qué sentiste al ver a tus personajes cobrar vida? ¿Estuviste implicada en el proceso?
Ambas producciones fueron experiencias maravillosas y surrealistas. La primera vez que visité el plató de Todo, todo se me saltaron las lágrimas al ver a los actores pronunciando las palabras que yo había escrito. Fue increíble poder compartir la experiencia con mi hija y mostrarle que puedes crear arte, lanzarlo al mundo y que afecte a las personas. En cuanto a la participación, pude dar notas sobre los guiones para Todo, todo y El sol también es una estrella. Además visité bastante ambos sets. Eso sí, es importante mencionar que los libros y las películas son formas artísticas distintas. Yo claramente no soy una experta en cine y me alegré de dejar el proceso en manos maravillosamente capaces.