Muchas gracias por concedernos esta entrevista. Sabemos que te encuentras en la recta final de una extensa gira que te ha llevado por Australia, Uruguay, Finlandia… España es tu decimotercera y última parada, número que nos parece intrigante para una escritora como tú, con predilección por las rarezas y lo macabro.
Me siento mal porque la gente me pregunta: «¿Lo único que te apetece es volver a casa?». Y yo estoy contentísima de visitar España, es la primera vez que vengo, pero también se me hace duro porque falta muy poco para llegar a casa. Quiero beber té e ir a la playa (porque vivo en la costa), tener mi propia cocina... No te da por pensar en esta clase de cosas, pero no poder comer comida casera en tres meses es duro. Me fui el ocho de marzo. Y veo el trece como un buen número, así que para mí no da mala suerte, sino buena.
Nos encantaría que nos contaras lo bueno, y si quieres lo malo, de esta experiencia: además de la promoción, ¿viajar y conocer lectores de todo el mundo aporta algo único a tu proceso creativo y de escritura?
Viajar trae consigo un montón de fatiga. Esa es la parte difícil. Como persona introvertida que tiene que lidiar con ansiedad y depresión, la ausencia de una rutina puede ser muy dura, igual que no tener el más mínimo control sobre nada. Pero no quiero que eso eclipse de ninguna forma una gira tan extraordinaria como esta. Tener la oportunidad de que me publicaran era mi sueño, y que después mi obra llegara también a otros países está mucho más allá de lo que jamás podía esperar. Tener lectores en otros países, y ya ni hablamos de ir a esos países y conocer a esos lectores… Si pudiera decirle a mi yo de veinte años que con treinta iba a conseguir algo así, no lo creería. Hay algo muy poderoso en llegar a tener contacto directo con los lectores. El mayor reto cuando hago viajes internacionales es la barrera del lenguaje, porque me resulta surrealista la idea de tener fans en un idioma que no hablo. Si me seguís online sabréis que relacionarme con mi comunidad de lectores es algo increíblemente importante para mí, y cualquier cosa que impida eso hace que me frustre conmigo misma. «¿Por qué no puedo hablar este idioma también?». Pero mis libros han llegado a veinticinco países y solo hablo francés e inglés. Es el único inconveniente que encuentro: la incapacidad para hablar con mis propios lectores, para comunicar todos mis sentimientos y mi alegría y mi felicidad al poder interactuar con ellos. La otra cara de la moneda es que esta ha sido una gira increíble. He ido de Escocia a Australia, pasando por Buenos Aires… y he aprendido muchísimo sobre cada país. En mis novelas, la ambientación y los lugares son un personaje más, así que me resulta muy inspirador. Cuando fui a Buenos Aires contraté un tour privado por los cementerios, logré escuchar historias de personas en cada sitio… Nunca me habría planteado escribir sobre Madrid antes, porque no tenía ningún contacto con ella y mi regla número uno es: «Si escribo sobre un lugar real tengo que pasar tiempo allí». Jamás querría perjudicar un sitio. Es muy emocionante, como si estuviera añadiendo todas estas piezas a mi repertorio.
Mientras escribías La ciudad de los fantasmas, vivías en Edimburgo, donde se ambienta la novela. ¿Cuánto pones de ti misma y de tus experiencias en tus historias? ¿El tour te ha dado alguna idea para nuevas ambientaciones?
Sí, colecciono pequeños detalles. Del mismo modo que no construyo los personajes a partir de personas reales, sino de diminutos fragmentos de gente real para que no se vislumbre su parecido, construyo la ambientación. No es un «he recopilado algunas historias de fantasmas por el camino», sino que escribiré un libro dentro de cinco años donde habrá un detalle de esa estación de tren que tiene un jardín botánico dentro. Estas son la clase de cosas que impregnarán una idea para la creación de una ambientación dentro de años. Aunque nunca lo puedo predecir, no hay una correlación directa entre «tomé el ferry a Montevideo» y meterlo en una escena, es más el recuerdo vívido de estar en el ferry y sentirme abrumada por lo inestable que era y por el hecho de que me intentaba distraer del mareo paseando por la zona de compras. Detalles como este se quedan conmigo cuando escribo.
Como acabas de comentar, la ciudad se convierte en un personaje más. Parece que es una constante en tu obra: los múltiples Londres de Sombras de magia, Verity en Los monstruos de Verity... en la serie de La ciudad de los fantasmas su importancia se revela incluso en el título. ¿Qué peso tiene la ambientación cuando concibes tus historias?
Exacto, cuando empecé La ciudad de los fantasmas sabía que quería escribir una historia sobre una niña que no está ni viva ni muerta y sabía que quería escribir una historia de una chica que ve fantasmas, pero lo pospuse durante cinco o seis años porque no tenía la trama adecuada, el conflicto idóneo. Después, viví en Edimburgo, que está muy embrujado (no hace falta pasar mucho tiempo allí para darte cuenta), pero lo que me enamoró fue que adonde quiera que fueses y con quien quisiera que hablases, alguien tenía una historia de fantasmas: te subes a un taxi y el conductor te cuenta una historia de fantasmas; mientras te tomas una cerveza en el bar, el camarero de detrás de la barra te contará otra historia de fantasmas. Cualquiera con quien te encuentres tiene una historia de fantasmas, pero no es solo eso, sino que todos te la contarán de la misma forma que te contarían una anécdota sobre el perro de su tío, con un tono prosaico y anclado a la realidad. Para mucha gente en Escocia lo sobrenatural solo es otra versión de lo real, y por eso se habla de ello del mismo modo que de cualquier otro asunto. Eso fue lo que me emocionó, por lo que supe que tenía que escribir la historia en Edimburgo, con una protagonista para quien los fantasmas eran reales, en una ciudad que los trataba como tal. Cada libro de la serie de La ciudad de los fantasmas se ambienta en una ciudad diferente y enlaza con esta idea de desarrollar cómo cada ciudad se acerca a la magia. El segundo tomo, Tunnel of Bones, transcurre en París. Lo que es tan emocionante de París es que en la superficie parece menos embrujada que Edimburgo, porque todos los fantasmas de París, metafóricos o reales, se encuentran enterrados bajo la superficie; no solo en las Catacumbas, que son lo más obvio (el Imperio de la muerte, seis millones de cuerpos enterrados bajo las calles de París). Alguien me dijo: «siempre he querido visitar las Catacumbas, pero me dan demasiado miedo». Bueno, ya has estado en las Catacumbas: has andado sobre ellas, porque están por todas partes. Has caminado sobre los huesos de los muertos de París. Indagué aún más, porque todas las historias de estos libros son reales, todas son leyendas locales. Cuando estaba escribiendo sobre París no quería que pareciese más embrujado de lo que está, buscaba contaros las historias de fantasmas de París. Todavía no he revelado la ubicación del tercer libro, pero... ¡está superencantado!
Tu predilección por la fantasía da un giro a estas ambientaciones, pues hasta las ciudades más conocidas se transforman bajo tu mano en universos mágicos. Hemos leído tus declaraciones sobre las razones que te llevan a escoger la fantasía: cómo descompone la realidad, cómo funciona a modo de metáfora para ideas más complejas y profundas... Nos pareció tan interesante que solo queríamos pedirte que nos contaras un poquito más sobre ello.
Antes tuve otra entrevista en la que básicamente me preguntaron si alguna vez había pensado en pasarme al realismo, porque está muy de moda ahora. La cosa es que, para mí, sí que escribo sobre la realidad. Es solo que escribo sobre la intersección entre fantasía y realidad. La fantasía es sumarle a la realidad un «¿y si...?». Es sumarle a la realidad un cambio, preguntarte: «¿Y si mi realidad fuera diferente de este modo?». Creo en la magia, creo en lo extraño, en la idea de que hay algo más y de que ese algo más está aquí, en el mismo mundo en el que estamos nosotros, solo que todavía no hemos encontrado una forma de acceder a ello, una manera de traspasar esa línea o abrir esa puerta. Por eso estoy tan interesada en la intersección entre magia y realidad. No quiero una sin la otra. He intentado escribir realismo y a las cinco o seis páginas pienso: «¿Sabes qué mejoraría esta historia? Fantasmas». Simplemente estoy muy interesada en ese algo más.
Otra seña de identidad de tu obra es la presencia de la muerte. Tus personajes exploran los límites de la vida, juegan con ellos, se mueven de un extremo al otro, ya sea por decisión propia o sin saberlo... y sufren las consecuencias. En particular, nos llama la atención que las experiencias cercanas a la muerte dotan a tus personajes de cualidades extraordinarias (Cassidy en La ciudad de los fantasmas, la creación de EO's en Una obsesión perversa, algunos monstruos de Verity nacen así...). En estos universos, la muerte y lo que ello implica, ¿es un don poderoso o una maldición?
Sí: mucha muerte, montones de muerte. Escribo mucho sobre la muerte, la exploro. Crecí con mucha angustia por ella, y lo que más me asustaba era la idea de la permanencia, la idea de que has pasado tu vida entera viviendo, experimentando, adquiriendo recuerdos, vocabulario... y todas esas cosas terminan potencialmente, desaparecen. Lo que me asustaba era el no retorno. Para mí, la manera en la que escribo sobre la muerte es una especie de culminación de mis anhelos. Construyo una muerte porosa, la convierto en una línea de puntos en vez de una línea sólida, por lo que mis historias no tratan la muerte como el punto final, sino que se mueven adelante y atrás en la fluidez entre vida y muerte. Así tienes a los Villanos de Una obsesión perversa: llegan al momento de la muerte y vuelven. Así obtienes a Cassidy, que puede cruzar limpiamente la línea a la muerte. Así spoiler de Sombras de magia aparece en Rhy y Kell, ahora que Rhy no puede morir si no muere Kell fin del spoiler. Así que creo que trato la muerte de esta forma porque me consuela. Mi primera obra que exploró realmente este tema fue mi segunda novela, The Archived, en la que quise crear una versión del más allá que me hiciese sentir segura. Como estaba tan aterrada por la desaparición, el simple dejar de existir, diseñé una biblioteca de los muertos, básicamente un lugar donde se guarda toda nuestra vida, en un cuerpo en lugar de un libro, con un «doble» cuyo único propósito consiste en contener nuestros recuerdos y mantenerlos a salvo. Es un tema que he tratado en cada uno de mis libros y que exploraré también en mi próxima novela, Addie. Creo que me reconforta la idea de que no es para siempre.
Todavía hoy vemos continuamente a autores que se escudan en los cánones de la fantasía clásica o de la historia para justificar la falta de diversidad. Sin embargo, también hay una ola de autores que están dando una gran importancia a la representación. En tu caso podemos verlo en el personaje de Delilah Bard — quien, como explicaste en Instagram, se habría identificado como no binario de haber vivido en el 2019— o en la forma tan natural en la que se trata la diversidad racial en Everyday Angel, primer libro de una trilogía middle-grade que pronto llegará a España. ¿Crees que hay espacio para la representación en las novelas de fantasía?
En Everyday Angel, la primera familia es hispana y la tercera afroamericana. En la trilogía de Sombras de magia, el Londres Rojo es primordialmente no blanco: tanto Rhy como el resto de la familia real, por ejemplo, son negros. Kell es considerado como nada atractivo por su piel blanca y su pelo rojo. Y luego está Lila, que desde luego no siente demasiado apego por su género. Por tanto, por supuesto: intento escribir mundos que representen mejor el nuestro. Eso es lo que no entiendo de todo este conflicto, sobre todo cuando hablamos de fantasía. Me parece bastante imperdonable que un autor tenga la oportunidad de reescribir las normas sociales, y de género, y de raza y de sexualidad —todas las normas— y cree un mundo que tiene exactamente el mismo aspecto que el mundo en el que vivimos. Lo que eso dice de ellos es que ya se sienten representados. El único motivo por el que un autor crearía un universo fantástico, como Una magia más oscura, y optaría por construirlo en una monarquía blanca y heterosexual es porque ya se ve en ella. Desde mi punto de vista, la representación consiste en asegurarse de que tantos lectores como sea posible se vean centralizados. No se trata de borrar a los hombres blancos de la narrativa: se trata de enseñarles que no tienen que estar en el centro de toda narrativa para ser relevantes. Que, de hecho, son mucho más interesantes como personajes cuando se les pone en el contexto de una narrativa más amplia, de un elenco o un conjunto. Me frustra muchísimo leer una novela de fantasía moderna y... Leí una que salió en 2016 en la que solo había dos personajes femeninos. Ninguna de las dos tenía nombre y una era una princesa y la otra una prostituta, porque, por supuesto, esas son las dos únicas cosas que una mujer puede ser en un libro. Es algo que habría perdonado en 1975. No me habría entusiasmado, pero lo entendería por el contexto temporal. Aquí no tiene cabida. Porque lo que demuestra es que no tienes ni la menor idea sobre los datos demográficos reales de los lectores.
Te han preguntado por este tema hasta la saciedad: tu pseudónimo. Así que no vamos a preguntarte de nuevo, pero nos gustaría enfocarlo de un modo distinto. Sabemos que firmas como Victoria Schwab tus libros juveniles y como V. E. Schwab los adultos. ¿Crees que en literatura juvenil (sobre todo en fantasía) está más normalizado que la autora sea mujer que en adulta?
La gran mayoría de autoras en literatura juvenil son mujeres. Hay menos autores hombres de lejos, pero reciben mucho más reconocimiento; son tratados casi como unicornios, reciben atención extra porque hay menos, mientras que hay menos (aunque no a tanta distancia, en realidad) autoras de fantasía adulta que autores, y sin embargo no reciben ese reconocimiento. Hay una razón por la que tantas de nosotras escribimos bajo un pseudónimo de género neutro, porque sigue esta concepción generalizada, ya sabéis... Creo que se remonta a la idea de que la literatura juvenil es ilegítima, o al menos no tan legítima como la adulta. Todo esto es muy, pero que muy problemático. Ayer tuiteé algo sobre tener ambición y ganas, y un hombre (voy a asumir que lo era, porque me resulta difícil creer que una mujer o alguien no binario me dijera eso) me respondió que decir que sueño a lo grande era falsa modestia, como que estaba alardeando. Y pensé: ¿en qué mundo tener aspiraciones y ambición se equipara a la ausencia de gratitud? En treinta minutos, justo antes de que yo lo tuiteara, un autor hombre tuiteó algo muy parecido y recibió apoyo total, rollo: «¡Atrévete a soñar!». A las mujeres escritoras, autores no binarios y minoritarios se les trata como si tuviesen que estar agradecidos por lo que tienen y nunca buscar más, como si fueses afortunada simplemente por estar ahí. Y eso me parece un gran problema. La cuestión es que cada género tiene sus inseguridades, que es lo que reflejan: la literatura adulta de género es menospreciada por la literatura adulta, así que se resarce menospreciando a la juvenil. Yo pienso: «Dios, no me importa», solo quiero que mis historias encuentren a la gente que las quiere. Sinceramente, no puedo entenderlos: una buena historia es una buena historia. Cada género tiene sus malas y buenas historias. La creencia de que la literatura adulta es mejor que la juvenil... puedo señalar muchísimas novelas adultas que son terribles, autocomplacientes y sin interés. Hay cosas buenas y malas en todos los géneros.
En España, Una oscura obsesión se catalogó como juvenil, mientras que en Estados Unidos se publicó originariamente en adulto, y nos consta que estos desajustes ocurren de manera frecuente en tu obra. ¿Dónde pones tú las fronteras para decidir el público al que se orienta tu historia?
Me sorprende [risas]. De nuevo, no lo sabía, pero no me importa porque creo que mis lectores van a encontrar lo que quieren encontrar. Depende del lector. Una magia más oscura me parece más apropiado para el público joven que Una obsesión perversa. Aunque en una convención literaria del pasado otoño un niño de diez años vino hacia mí y asumí que traería La ciudad de los fantasmas, pero me dio Una obsesión perversa proclamando: «es mi libro favorito de todos los tiempos» y pensé: «¿Quién te lo ha dado? ¿Estás de broma?» En fin, no soy la policía de la lectura. Además, suscribo la idea de que los libros tienen un límite edad por abajo pero no por encima, de hecho tengo muchos lectores de La ciudad de los fantasmas con cincuenta, sesenta y setenta años y muchos preadolescentes que leen la saga Villanos. Considero que Una obsesión perversa y Una venganza mortal son adultos solo porque no tratan de ninguna forma temas coming of age, pero sí tratan auténticos temas «jóvenes adultos», universitarios, así que depende de cuál sea tu definición de juvenil. Si juvenil es quince años, no creo que la saga Villanos sea juvenil. Si juvenil incluye el primer año de universidad, cuando empiezas a aprender a ser adulto y te redefines como individuo, no en relación a tu familia, entonces sí es juvenil. Creo que el problema es que cada país tiene reglas diferentes para definir qué es juvenil. En Reino Unido, la bilogía Los monstruos de Verity es adulta; en Francia, Sombras de magia es juvenil, porque existen diferentes umbrales para delimitar las categorías, pero debemos recordar que son construcciones de la industria. Crean esas categorías para poder organizar los libros en sitios específicos de las librerías. No me importa dónde estén colocados mis libros mientras que la gente que los quiere y que necesita esas historias tenga acceso a ellas.
En tus redes sociales (en las que, por cierto, eres muy activa, algo que nos encanta), vemos que además de autora eres una lectora voraz. En algunos de tus libros nos dejas referencias explícitas (a Harry Potter en La ciudad de fantasmas, a la obra de William Blake en la segunda entrega de Sombras de magia...), ¿qué otras historias se cuelan en tus libros y te inspiran? Estamos deseando oír tus recomendaciones juveniles.
Crecí con J. K. Rowling y Neil Gaiman. Los dos juntos son como mi linaje literario, por decirlo de algún modo. Crecí con un montón de libros muy extraños, pero no era una gran lectora antes de J. K. Rowling. Ella marcó el comienzo para mí. Diría que Wilde, T. H. White, Susanna Clarke, William Blake, Shel Silverstein, J. K. Rowling y Neil Gaiman conforman mi...
¿Círculo de invocación?
Sí. ¡Exacto! Esas son las personas que estarían presentes en mi círculo de invocación. Es la manera perfecta de expresarlo. Últimamente he estado leyendo mucha no ficción, porque estoy escribiendo algo que me resulta bastante intenso mentalmente. Para hacer una recomendación de literatura juvenil — interpretando literatura juvenil en el mismo sentido en que lo sería Una obsesión perversa, en ese espacio fronterizo— hay un libro que todavía no se ha traducido al español: If We Were Villains, de M. L. Rio. Es como si El secreto de Donna Tart se ambientase en una academia shakespeariana de artes dramáticas. Es muy bueno. Creo que, si os gustó Una obsesión perversa, este os encantará.
Finalmente, nos gustaría echar un pequeño vistazo al futuro: la Victoria actual ha publicado más de quince libros (entre novelas, cómics, colaboraciones...), se han vendido los derechos audiovisuales para adaptar algunos y, justo este año, se ha reeditado tu primera obra publicada (La bruja de Near), que llevaba años descatalogada: ¿qué te diría la Victoria que en 2011 publicó por primera vez?
Mmm... de joven era muy impaciente. Todavía era adolescente cuando conseguí mi primer agente, tenía veintiún años cuando se vendió La bruja de Near... Soy hija única, de ahí esta ambición y necesidad de ser tomada en serio. Estaba desesperada porque me tomasen en serio. Me gustaría poder volver atrás y decirle a esa versión de mí que simplemente respire. Y que no eres solo una novela, no eres la acogida que ninguno de tus libros reciba. No puedes decidir cuál de tus libros tendrá éxito, no puedes determinar nada con las palabras sobre la página. Creo que estaba obcecada con la idea de que mis primeras novelas tenían que ser las que definiesen mi carrera entera, cuando lo cierto es que Una obsesión perversa es mi cuarta novela, Una magia más oscura la octava, Addie Larue será la decimoséptima… Sencillamente, céntrate en la gran escala, en el largo plazo, no en el presente. Siempre mira hacia delante. Soy Slytherin, así que sé hacer planes a largo plazo. Cuando estaba empezando, me reuní con mi agente porque mis libros estaban muy separados —tenía un periodo de dos años entre venta y publicación— y yo me impacientaba, le dije que me aburría, que no podía hacerlo, necesitaba trabajar más. Eso no era suficiente, si publicaba un libro cada dos años me volvería loca. Así que ella me hizo desarrollar un plan para un año completo, otro para dentro de cinco años y de diez años. Ahora, cada año nos reunimos y debatimos sobre los tres planes. Pienso en las cosas de este modo, como: «Vale, quizás no sea capaz de conseguir este objetivo el año que viene, ¿puedo alcanzarlo en diez años?» y «¿qué tengo que hacer para llegar a ese punto?». Me gusta tener una estrategia.
Bueno, esa era nuestra última pregunta. ¡Muchas gracias por tu tiempo!
Ay, han sido preguntas realmente buenas, ¡qué maravilla!