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Paper Girls
Brian K. Vaughan, Cliff Chiang

Creada por Stephany Folsom
Del papel a la pantalla El Templo#91 (Diciembre 2022 - enero 2023)
Por Pablo G. Freire
453 lecturas

Repartir el periódico no es, por lo general, una profesión de riesgo. Pero cuando tienes doce años y te toca hacer el reparto de la noche de Halloween de 1988 en una pequeña ciudad de Estados Unidos (porque allí es donde sucede todo), podrías acabar, por ejemplo, en una máquina del tiempo que te lleve al futuro y lo ponga todo patas arriba.

En esta adaptación de Prime Video de la serie de cómics homónima de Brian K. Vaughan y Cliff Chiang, eso es lo que les sucede a Erin, descendiente de inmigrantes asiáticos ahogada por las expectativas; Tiffany, la estudiante modelo; Mac, una joven problemática con una familia desestructurada, y KJ, deportista y de familia privilegiada. Cuatro chicas que se encontrarán fuera de su tiempo y lejos de su hogar sin nadie a quien acudir… más que ellas mismas ¡del futuro! Aquí acaban los parecidos con el material original, y hasta aquí podemos leer.

Al hablar hoy de Paper Girls nos proponemos hacer un pequeño ejercicio de memoria; una suerte de viaje en el tiempo, si lo prefieres. ¿Qué importancia tiene, en enero de 2023, una serie estrenada en julio de 2022 y cancelada apenas dos meses después tras su fulminante fracaso? Al ritmo al que avanza la conversación, ya no toca hablar de Paper Girls. Ni siquiera de Sandman, de Los anillos del poder o de Miércoles. Es el momento de The Last of Us, pero tenemos que darnos prisa, que ya queda poco para la segunda temporada de Sombra y hueso y esa sí que es una conversación que no nos queremos perder.

La que nos hacemos no es una pregunta fácil de responder porque, con la verdad por delante, Paper Girls es una serie francamente mala. Su exiguo presupuesto no es suficiente ni para empezar a adaptar los cómics en acción real, la fotografía se resiente y es incapaz de aportar un estilo distintivo y el reparto está lleno de interpretaciones olvidables que ni siquiera la vis cómica de Ali Wong, uno de los principales reclamos, consigue salvar. Enseguida queda claro que la mano con la que juega la serie es tan pobre que renuncia a intentarlo siquiera. Abandona toda pretensión de adaptar los elementos de ciencia ficción que plantean los cómics y reduce drásticamente la ambición de sus escenarios y las paradojas espacio-temporales.

Es fácil diagnosticar la muerte anunciada de una serie sin rumbo, pero quizá por eso es más fácil aún pasar por alto lo que sí funciona, lo que sí propone, lo que sí pretende contar. En ausencia de una gran epopeya por el tiempo y el espacio, los personajes se hacen con el control de una narrativa donde el fracaso y la propia identidad toman el protagonismo. Esos huecos vacíos de acción vertiginosa se llenan de encuentros de una humanidad conmovedora, que o bien estaban ausentes en el material original o bien aparecen magnificados. Desde la crudeza de descubrir que no has llegado a convertirte en quien estabas llamada a ser, aplastada por el peso de tus propias expectativas, hasta el descubrimiento de la sexualidad, la primera regla o la posibilidad de la muerte. Todas las sensaciones se acentúan cuando los conflictos parten del encuentro de la versión pasada y futura de un mismo personaje, con una misma como único obstáculo pero también como único faro.

Tras un decepcionante inicio de temporada, ellas, Erin, Tiff, Mac y KJ, comienzan a crecerse y pelear por contar sus historias mientras a su alrededor se constata el fracaso absoluto de su ficción. Destacan, en particular, los dos últimos capítulos, dirigidos por Mairzee Almas (que quizá te suene por ser la directora de El sonido de sus alas, el episodio más aclamado de Sandman), que consigue llevar a término el desarrollo emocional de los personajes y darle cierto empaque a un desenlace que, por lo demás, sigue sin funcionar del todo.

Nuestra conclusión, como la de la serie, solo puede ser una agridulce. Renovar Paper Girls para una segunda temporada habría sido una irresponsabilidad creativa, pero no tanto como haber producido la primera sin confianza en lo que tenía que contar. Para el gran público ha pasado sin pena ni gloria como el enésimo clon de Stranger Things con estética de telefilm, pero no debemos olvidar que detrás de estas series juveniles subfinanciadas que las plataformas lanzan a morir al saturado mercado del streaming para rascar suscriptores hay historias que merece la pena contar, si tan solo hubiera voluntad de hacerlo. También sucedió en Netflix con First Kill, adaptación de un relato de Victoria Schwab que cubría un nicho de audiencia sin explorar con un producto de calidad ínfima, pero el historial es largo y alberga horrores. Y seguirá creciendo.

Paper Girls merecía más. El público merecía más. La ficción juvenil merece más, y aún tiene mucho que aportar.