La Tregua de los Veinte Años parece estar llegando a su fin. Tres grandes imperios nacieron del caos que fue la Gran Guerra. Veinte años después, siguen ansiando poder. De fondo, resuenan los ecos de una leyenda: la existencia de los monjes Cahr Awen. Se estima que han pasado quinientos años desde que naciese el último de ellos y se dice que solo su regreso podrá restaurar los cinco Pozos Originarios y sanar a los brujos «sajados».

Safiya fon Hasstrel es una bruja de la verdad. Su inusual «brujería» le permite discernir si alguien está mintiendo. El problema es que, si la gente cree en lo que dice, su magia no tiene nada que hacer... pero eso los demás no lo saben. Cuando se descubre su brujería, muchos quieran capturarla, pues es arma de doble filo: herramienta y amenaza política. Impulsiva e impaciente, Safi necesita de alguien que sopese las opciones por ella. Esa persona es su «hermana de hilos»: Iseult det Midenzi, una muchacha lógica capaz de, como la bruja de los hilos que es, ver los hilos que mantienen unidos a los demás, pero incapaz de ver los suyos propios. A ambas las persigue Aeduan, un brujo de la sangre, un villano, antivillano o antihéroe —aún no nos hemos decidido— que hará que sus caminos se desvíen y vuelvan a juntarse. Y, entre tanto, aparecerá Merik Nihar, príncipe de Nubrevna, almirante de la Marina «nubrevnesa» y brujo del viento, quien ansía tenerlo todo bajo control y quien ayudará a las dos chicas a huir.

Aunque el lector pueda entrar en La bruja de la verdad pensando que Safi es la protagonista, la novela tiene cuatro personajes principales. En esta primera parte, por medio de un narrador omnisciente, Susan Dennard va alternando las cuatro perspectivas en distintos capítulos, dejando que la historia fluya de forma natural.

La bruja de la verdad da comienzo a una prometedora saga de fantasía que nos presenta un mundo complejo del que aún nos queda mucho por ver y, a Dennard, bastante por explicar. No obstante, es una novela de aventuras muy bien escrita, con tintes de epopeya moderna —prepárate para pasar gran parte de la lectura en altamar—, donde las artimañas políticas dan el pistoletazo de salida y cambian el rumbo de los protagonistas constantemente. Son estos (¡y los personajes secundarios!) los que conseguirán que quieras correr a leer su segunda parte: El brujo del viento. A saber lo que la Dama Fortuna les tiene preparado...