Aunque la mayoría de la gente te conoce por La Puerta Oscura o por Donde surgen las sombras (novela con la que ganaste el premio Gran angular), anteriormente publicaste dos novelas El último huésped y La senda del ébano (también de suspense) en una pequeña editorial aragonesa (Mira ediciones). ¿Puedes contarnos algo de estas primeras novelas? ¿Son juveniles o para adultos? ¿Están a la venta todavía?
Estas dos novelas no salieron publicadas bajo el sello de juvenil, pero el tono es muy similar al de las novelas que he escrito posteriormente, y tuve muchos lectores jóvenes. El último huésped tiene la tirada agotada, pero es posible que se reedite, probablemente con SM. Es una novela también inquietante, sobre publicidad subliminal, con una serie de personas que están dentro de una mansión de la que no pueden salir y van ocurriendo cosas… Es un poco en el tono de Donde surgen las sombras. La senda del Ébano tiene un corte más de aventuras, aunque también tiene un toque de intriga e investigación. Se desarrolla en Guinea cuando era colonia española. Creo que todavía está a la venta, aunque no es fácil de conseguir.
¿Nos las recomiendas o fueron novelas de aprendizaje para ti?
En el proceso de escribir, nunca se acaba de aprender. Una novela nunca es igual a la siguiente porque uno va evolucionando, incluso tu propia personalidad va cambiando, y eso afecta a tu forma de contar la historia. En ese sentido, todo lo que voy escribiendo supone una cierta mejoría, un cierto perfeccionamiento con respecto a lo anterior. Sí que es verdad que cuando escribí esas novelas ya llevaba mucho leído, había escrito cuentos, relatos… Si me planteo la reedición de El último huésped es porque estoy contento con esa historia y me haría ilusión porque creo que puede gustar mucho. Quizá la otra requeriría una mayor revisión.
Fue presentarte al premio Gran angular y ganarlo con Donde surgen las sombras ¿Cómo se te ocurrió presentarte a un concurso de literatura juvenil? ¿Qué sentiste cuando te enteraste que habías ganado? ¿Alguna anécdota de la entrega del premio?
En realidad yo no me planteé ganar el premio. Había leído libros de Gran Angular de más joven (de más joven, porque yo soy joven) y para mí tenía incluso un valor sentimental, aparte de que es el premio español más importante de literatura juvenil. Por eso me hacía ilusión presentarme. Además había leído en las bases que, aparte del ganador, el jurado se reservaba la posibilidad de recomendar la publicación de otras novelas, y ese era mi sueño, mi verdadero objetivo.
Cuando me llamaron para decirme que era finalista (porque te llaman y no te dicen que has ganado, te dicen que eres finalista, ya que el ganador se decide el mismo día de la ceremonia, que es cuando se reúne por última vez el jurado), yo pensaba “ya está, ya soy finalista, esto ya es la leche, aunque no gane”. Aunque una vez que has llegado hasta allí, descubrí que lo que importa es ganar. Esa semana fue infernal, por los nervios.
Además tengo un par de anécdotas de los premios. Me acuerdo que presentaba Gomaespuma. Tenían que dar primero el Barco de Vapor, pero se equivocaron de sobre y empezaron a leer el acta del jurado de Gran Angular. Dijeron: “por la trama de intriga… ay, que nos hemos equivocado”, y yo pensando “trama de intriga, ¿seré yo? ¿Y si hay otra novela finalista que también tiene trama de intriga?”.
Además, lo primero que dicen del ganador es el pseudónimo y a mí se me olvidó el mío. Estaba tan nervioso que me daba miedo que dijeran el mío y yo no me enterase de que era yo. Afortunadamente lo recordé (era Oscar Wilde). En conjunto la ceremonia fue un infierno por los nervios, pero por fin gané el premio y bueno, fue espectacular. Te cambia la vida.
En esa novela (Donde surgen las sombras) utilizas un elemento real (la desaparición de jóvenes) y lo mezclas con elementos fantásticos para crear esa trama de thriller. ¿Es el punto de partida para todas tus historias? ¿También para la saga de La Puerta Oscura?
Lo cierto es que me cuesta mucho abandonar lo real. En La puerta oscura me ocurre lo mismo. Cuando se estaba gestando quería una novela totalmente fantástica, pero fue inútil. En ella tenemos el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, y el mundo de los vivos es absolutamente real.
Así que sí, yo siempre tiendo a que la historia tenga un toque real, lo cual me permite cambiar de registro y que la historia sea más creíble. El hecho de que la historia tenga un componente realista ayuda a que te metas más en ella.
¿Realmente en Zaragoza hay dos redes de alcantarillado?
No como se cuenta en la novela. Zaragoza solo tiene la red de alcantarillado actual. Es verdad que fue una ciudad romana muy importante y tenemos muchísimos restos, entre ellos restos de las antiguas cloacas romanas, pero solo hay algún tramo excavado que, de hecho, se puede visitar. Pero no existe una red doble en uso; digamos que yo la reconstruí para la novela.
¿Y hay cobertura?
(Risas) Pues es una buena pregunta. No lo sé. En principio, al ser subterráneo no debería haber, pero no lo sé.
En esa novela y en la saga de La Puerta Oscura se ve claramente que tienes influencias de diferentes medios audiovisuales (internet, las pelis de género fantástico, en especial las de terror, los videojuegos, los cómics, etc). ¿Eres un fan de ese género desde siempre? ¿Cuáles son tus principales influencias? ¿Lovecraft? ¿George Romero? ¿Las pelis de la Hammer? ¿La saga de Resident Evil? ¿Buffy?
Sí, sí, sí, sí. Hombre, la Hammer es un clásico, y George A. Romero un director de culto. Pero no se trata solo de gore, de hecho Donde surgen las sombras no es una historia gore. Y lo permitía, pero yo quería una historia más inquietante. Lo gore da asco, no da miedo. Ahí está Braindead de Peter Jackson, una de las pelis que más sangre ha empleado de toda la historia. En otra línea más sutil, Me gusta Tesis, de Alejandro Amenábar, que deja mal cuerpo pero no enseña nada. Jaume Balagueró es un director catalán experto en la creación de atmósferas claustrofóbicas, inquietantes, que ha hecho Rec, Frágiles, Darkness… A mí me gusta mucho el tema de las atmósferas también para la literatura (Lovecraft es un buen ejemplo).
¿Te has planteado una adaptación?
Alguna productora ya se ha interesado. Preparamos un texto, fuimos al festival de cine de San Sebastián, hablamos con productores, pero el problema es que te piden guión. Si a mí me dijeran que en cuanto les entregara el guión iban a hacer la película, yo lo haría, pero lo que dicen es “ya veremos”, y teniendo proyectos que son reales y seguros, pues no me pongo.
¿Crees que hay un boom del género, en particular de los vampiros?
Sí, yo creo que hay un boom, pero no desde hace un mes, sino cinco, seis, o siete años. Pasó lo mismo en el cine. Llevábamos muchos años en los que no se hacía cine de terror, y ahora hay muchísimo: Tesis, El sexto sentido, Los otros… Hay un boom, no de vampiros, sino del género inquietante en general, unido a la ciencia ficción.
El vampiro se ha puesto ahora muy de moda, posiblemente porque es el monstruo más carismático que hay. No me refiero al de Stephenie Meyer, que es un buenorro, sino al vampiro legendario. Es elegante, tiene encanto, sensualidad, lleva capa… ¿cómo vas a comparar un hombre lobo, cubierto de pelo y con uñas y dientes, con un tío que va con capa y vive en una cripta? Es que es mucho más chulo, dónde va a parar. No se puede competir con tanta clase.
¿Por qué crees que lo oscuro, lo siniestro, lo paranormal ejerce tanta fascinación en los jóvenes?
Yo creo que ejerce fascinación sobre todo el mundo, adultos también. Es el tremendo atractivo de lo desconocido. El ser humano es muy curioso, y la oscuridad representa precisamente, eso: lo que no se ve, lo desconocido. Dicen que ese es el mayor miedo; algo a lo que puedes poner nombre ya no asusta tanto, porque sabes a lo que te enfrentas. Cuando no lo sabes sientes miedo, pero al mismo tiempo sientes curiosidad.
Se rumorea que la trilogía de La puerta Oscura fue un encargo de la editorial SM. ¿Es cierto? ¿Cómo surgió la génesis de este proyecto?
SM me preguntó si tenía algún proyecto de saga. Lo que es hoy La Puerta Oscura iba a ser una única novela, que se me ocurrió estando en París, cuando visitaba un cementerio muy famoso. Me apetecía escribir una historia fantástica, pero que fuese algo diferente de lo ya existente. Me di cuenta de que el mundo del más allá no se había explotado apenas en la literatura. Siempre que hay una historia en la que los muertos interfieren en el mundo de los vivos, son ellos los que vienen aquí. Explorar el Más Allá me permitía crear un mundo completo, relativamente novedoso y con una gran facilidad de documentación: mitología, leyendas, historias de terror… Fue así como empecé a crear una historia para una sola novela.
Cuando me llamó SM y me planteó la posibilidad de una saga, me paré un momento y miré lo que tenía; valoré si eso me podía servir para una saga sin meter paja de por medio. Porque yo no sé meter paja. Cuando cuento una historia, me ocupa lo que me ocupa, y no soy capaz de hacer que tenga 200 páginas más. Porque no sé y porque me parece una traición al lector. Así que empecé a construir la historia y a desarrollar lo que tenía, y me di cuenta de que daba juego y admitía una trama más ambiciosa.
Para trilogía, ¿y para tetralogía?
No, no. Para tetralogía no. Me lo estoy pasando muy bien escribiendo, pero estoy muy cansado. Yo creo que tres partes es lo razonable.
Además tengo un proyecto entre manos de ambientación histórica, que ya he tenido que aparcar dos veces por La Puerta Oscura, y me gustaría retomarlo.
Hay un cambio, además de cualitativo, cuantitativo en tu saga de La Puerta Oscura, ya que pasaste de escribir novelas de extensión de unas 250-280 páginas (tus tres novelas anteriores) a novelones de más de 600 páginas. ¿Cómo has afrontado el reto? ¿Usas un esquema previo antes de la confección de cada novela? ¿Conoces el argumento de las tres partes, es decir, sabías el final de La puerta oscura desde el primer libro?
Yo me hago un esqueleto y defino los personajes, pero soy un tanto anárquico e improviso muchísimo. No sabía que La Puerta Oscura me iba a ocupar tanto. Sería muy duro empezar el folio uno pensando que aún te faltan seiscientos. Simplemente me planteo lo que quiero contar, y luego siempre calculo fatal la extensión que va a tener.
El salto ha sido muy serio, no por el número de páginas en sí, sino por lo que eso conlleva: la complejidad de la trama, el número de personajes… A veces veo el libro y me parece imposible que lo haya escrito yo (risas).
En este tipo de narrativa, tienes que tener muy claro el final. De la novela, y de la trilogía. Pero es algo aproximado. Yo sé más o menos lo que quiero que pase al final, pero no conozco los detalles. Claro, acabar una trilogía donde los que mueren siguen ahí no es tan fácil.
En La Puerta Oscura, cada capítulo está dividido a su vez en pequeños tramos, con la historia de los distintos personajes. ¿Escribes primero toda la historia de un personaje en un capítulo y luego la vas dividiendo o realmente escribes a trocitos, como vemos en la novela?
Depende. Hay veces que llega un momento trepidante y me doy cuenta de que ahí hay que cortar. Entonces lo dejo y empiezo con otra cosa. Pero en otras ocasiones estoy tan metido en la trama que, aunque me doy cuenta de que ese es un buen punto para cortar, continúo, lo acabo, y una vez que lo acabo, lo corto. Es decir, que hago las dos cosas. Hay veces que es mejor continuar narrando, aunque luego lo vayas a cortar en un punto, ya que tienes cogido el tono narrativo.
¿Cuánto tiempo pasas escribiendo un día en el que no te dediques a otra cosa?
Mi gran problema es que estoy metido en muchos proyectos y hay muy pocos días que me pueda tomar enteros para escribir. Pero los días en los que solo escribo, como no me gusta demasiado madrugar, puedo estar cuatro horas por la mañana y otras tres por la tarde. Es una tarea que requiere mucha concentración y supongo que hay gente que tendrá más facilidad que otra a la hora de cumplir la rutina de trabajo.
En La Puerta Oscura aparece el Otro Mundo o Más Allá, que tiene una geografía bastante trabajada. En ella encontramos guiños: desde la mitología griega (Caronte, Can cerbero) hasta de obras clásicas (como La divina comedia de Dante, sobre todo en el personaje de Beatrice). ¿Cuáles son tus influencias a la hora de crear el Más Allá?
Evidentemente, Dante, con La divina comedia, es una referencia obligada. Y también Lovecraft más que Edgar Allan Poe, porque es el primero el que es inquietante por la atmósfera que crea, por sus escenarios oníricos.
Los paisajes son muy idílicos, tanto influenciados por la novela gótica como por los románticos como Bécquer y compañía: recuperan las ruinas, los cementerios, la soledad, la naturaleza salvaje…
¿Tienes un mapa para situarte en él? ¿Hay zonas que aún no hayamos visto en ninguno de los dos libros (y te guardes para el tercero)?
El problema de un mapa es que crea dimensiones, que es lo que yo no quería. En el más allá no hay distancias, es algo mucho más etéreo. Yo tengo una especie de esquema, pero muy vago.
Es posible que aparezca alguna zona nueva, aunque básicamente serán los mismos sitios de siempre. No puedo ser muy explícito, para no destriparle a nadie el argumento. En la segunda parte sí salen nuevos territorios, pero no os puedo decir mucho de la tercera. Yo ya dije en la primera parte que cuanto más te adentras en el mal, más es su atracción, así que claro, no pueden llegar mucho más lejos porque se juegan la vuelta.
Nos ha encantado Dominique. No es frecuente ver a un personaje con esa peculiaridad actuando de manera tan normal en una novela juvenil. Aunque sí hemos notado que tiene menos protagonismo (incluso que es menos borde y guasón) en esta segunda parte. ¿Tenías pensada desde el principio, la evolución de este personaje? ¿O se debe a que al complicar tanto la trama y añadir nuevos personajes es más difícil dedicar su tiempo a todos y cada uno de ellos?
Yo quería personajes reales. A mí esos protagonistas que son todos guapísimos, buenísimos, inteligentísimos, valientes… Estupendo, pero eso no es real. Además me encantan los grupos de gente distinta. Los mejores grupos de amigos son los que aglutinan a gente que piensa de manera distinta, que viste de manera distinta… Tendrá que haber un mínimo común para que puedan ser amigos, lógicamente.
En La Puerta Oscura tenemos a un chico con una minusvalía física, al protagonista, que es un tipo gris, inseguro, a la chica gótica que es bastante guapa, también hay un personaje gay… Pues sí, yo tengo amigos gays, existen, ¿por qué nunca aparecen en las tramas? (risas)
Por otra parte la historia va condicionando la relevancia de los distintos personajes.
Danos alguna primicia del tercer libro de la saga. ¿Sabes ya el título? ¿Nos puede contar algo de su argumento o es secreto secretísimo?
Os puedo contar que se va a titular Réquiem, todo lo demás es secreto secretísimo.
¿Cómo es tu relación con tus lectores?
Muy buena, pero no tengo tanto tiempo como quisiera para contestar correos y demás. Yo estoy encantado, voy a muchísimos encuentros, he hecho talleres de escritura… me gusta mucho el contacto directo con lectores. Me gusta conocer sus opiniones, y las tengo en cuenta.
¿Qué nos puedes contar de tu reciente viaje a América Latina? ¿Alguna anécdota o experiencia que quieras compartir con nosotros?
El viaje fue espectacular. Los de allí, son lectores muy apasionados, en algunos aspectos quizá incluso más que aquí. Aunque básicamente el adolescente de ambos lados es bastante similar.
Pronto va a salir una edición de Donde surgen las sombras para México, con el castellano adaptado.
La gente siempre tiene la idea de que yo soy un autor de terror, pero mis novelas no son de terror, sino más bien inquietantes, que no es lo mismo. Aunque esta fama de autor siniestro por otra parte, me hace gracia y me gusta. Como ejemplo de la fama que tengo, en la gira por Latinoamérica, en Chile, me llevaron a cenar a un restaurante italiano, porque hace veinte años en ese mismo restaurante un demente mató a veinte personas. En Perú me llevaron a un cementerio. Qué le vamos a hacer: soy el autor siniestro de SM… bueno, casi de España, porque no creo que haya muchos. Pero no me quejo, me encanta; es el terreno en el que me muevo más cómodo al escribir.
¿Qué piensas de las cubiertas de tus libros? ¿Has tenido algo que ver en el diseño, o te lo dan ya hecho?
Yo no puedo elegir las portadas. Siempre solicito que me tengan en cuenta, y a veces incluso lo consigo. En La Puerta Oscura me dejaron intervenir un poco más, aunque la verdad es que de todos modos no me puedo quejar, la edición es espectacular.
Si fueses adolescente ahora mismo, ¿serías gótico?
Lo cierto es que no pasé por esa fase cuando adolescente. En realidad yo, estéticamente, he sido poco transgresor. No sé si pasaría por mi momento gótico si ahora fuera más joven, porque no me gusta llamar la atención por mi modo de vestir. Además no hay que tentar a la familia; mi hermano gemelo sí tuvo un momento heavy, pero viendo la reacción de mis padres mejor ni pensar en ello… (risas)
[Nota del equipo de El Templo: Réquiem se publicó el 31 de noviembre de 2009.]