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Entrevista a...

Kiersten White

El Templo #77 (agosto 2020)
Por Daniel Renedo
2.113 lecturas

¿Sabías que...?

  • Kiersten White odia que pronuncien mal su nombre.
  • Su primer libro, Paranormal, fue publicado en 2010, y desde entonces ha publicado un total de dieciséis libros en Estados Unidos, entre los que se incluyen la bilogía de La última cazadora (un spin-off oficial de Buffy Cazavampiros) y las trilogías Paranormal, Hija del dragón y la aún en publicación Camelot Rising.
  • Escribió The Dark Descent of Elizabeth Frankenstein —novela por la que recibió el premio Bram Stoker— en ¡SEIS DÍAS! 
  • Inicialmente concibió la trilogía Hija del dragón como tres puntos de vista distintos que corresponderían a cada libro: Lada, Radu y Mehmed. Pero pronto se dio cuenta de que no iba a funcionar; sin embargo, sabiendo esto, el lector puede sentir cómo cada libro corresponde a cada uno de los personajes.
  • Se enteró de la existencia de Rumanía —escenario principal de la trilogía— por un chico que le gustaba. ¿Cuál es el plot twist? Que llevan dieciocho años casados, y no pierde nunca la oportunidad de recordarnos, en cada uno de sus agradecimientos (y en su twitter @kierstenwhite), lo apuesto que es.
  • Añadió en los agradecimientos de Renace de las sombras una disculpa personal dirigida a la nación de Hungría, por haber tenido que ignorar gran parte de su historia por «razones narrativas».

 

La influencia de Buffy Cazavampiros en la que fue tu primera trilogía juvenil, Paranormal, es obvia. Pero es que, además, en los agradecimientos de La última cazadora dijiste explícitamente que Buffy es «la serie que te hizo quien eres como escritora». ¿Podrías explicarnos lo que esta significa para ti y lo que has aprendido de ella?

La unión de comedia y terror tuvo una gran influencia en mi estilo, pero lo más importante es que Buffy fue la primera serie en la que vi a una adolescente como protagonista. Me encantaba que Buffy no solo fuera la persona más poderosa del mundo, sino que, además, sus emociones —sus relaciones, sus amistades, sus amores y desamores— se tenían tan en cuenta como sus habilidades. Hizo que me sintiese fuerte e importante en un mundo que con tanta frecuencia menosprecia a las adolescentes.

Nos podemos hacer una ligera idea de lo que significó, para una fan acérrima como tú, «ser LA elegida». Pero nos preguntamos cómo de intimidante te resultó, una vez pasado el éxtasis inicial. ¿Cuánta libertad tuviste para elegir qué historia querías contar? ¿Cómo de restrictivo te resultó tener que respetar el canon posterior a la serie?

Cuando me senté a crear mi propia Cazadora, me sentí, sin duda, abrumada. Era consciente de lo mucho que la serie significaba para tantísima gente, incluida yo misma. Me dieron total libertad a la hora de crear mi historia; lo cual fue muy emocionante, ¡pero también intimidante! Afortunadamente, el canon del Buffyverso se limita a las siete temporadas de la serie (junto con Ángel, con la que se solapa) y varias «temporadas» de novelas gráficas. Como no quería obviar las novelas gráficas, tomé la decisión de situar mi libro después de la primera «temporada» de cómics. Era un buen punto de acceso tanto para los fans acérrimos como para aquellos que llegasen de nuevas al Buffyverso. Otra gran ventaja fue poder escribir acerca de un mundo que cuenta con el cariño de mucha gente, ya que las bases de datos creadas por y para los fans simplificaron mucho mi proceso de investigación.

Si Buffy ha sido una constante en estos diez años desde que se publicase Paranormal, también lo han sido dos escritoras que han estado siempre presentes en tus agradecimientos: Stephanie Perkins y Natalie Whipple. A ellas, además, te refieres como tus primeras y últimas socias críticas. ¿Cómo de importantes son para una escritora este tipo de relaciones?

La escritura es una actividad muy solitaria. Tener amigas que lo entiendan, que te animen y que te ayuden también a mejorar continuamente no tiene precio. La escritura las puso a ellas dos en mi camino ¡y hace ya más de una década que son mis mejores amigas!

Nos interesa mucho también tu visión de la escritura y los beneficios de esta. ¿Qué papel desempeña en tu día a día el acto de contar historias?

Tengo mucha ansiedad, y aprendí a una edad temprana que alimentar mi cerebro con una historia era un buen mecanismo de afrontamiento. En lugar de permanecer despierta, preocupándome, podía permanecer despierta dando forma a las distintas escenas de la historia que tocaba esa noche. A día de hoy sigo usando la escritura de esta forma. Pero también creo que, en general, el acto de contar historias es una forma perfecta para explorar no solo el mundo en su totalidad, sino también nuestro mundo interior: aquellas cosas internas que normalmente no nos pararíamos a mirar, pero que la ficción nos permite explorar.

La trilogía Hija del dragón nos apasiona. Este año 2020, se ha publicado la segunda parte, Renace de las sombras, y esperamos impacientes a que Puck nos traiga la última. ¿Cómo lograste darle ese peso histórico —evitando la tentación de narrar la historia contada por los vencedores— y a la vez mantenerla accesible para todo tipo de lectores?

¡Muchas gracias! La trilogía fue todo un reto. Dediqué cientos de horas a documentarme durante meses antes de empezar a escribir siquiera. Una de las cosas más importantes que hice fue consultar todas las fuentes que pude —sobre todo aquellas coetáneas a los conflictos y que viniesen de ambos bandos implicados—. Pero también quería asegurarme de que no sonase como un libro de historia, por mucho que me haya esforzado en que fuera lo más riguroso posible. Estudié algunas novelas de fantasía y utilicé sus estructuras para construir la mía propia, edificando el mundo de la historia alrededor de mis lectores. Y, por último, traté de afianzarlo a los personajes. Los países y las fronteras cambian y desaparecen, pero las personas siempre son personas, y por ende el alma de cualquier historia.

La segunda pregunta que nos gustaría hacerte con relación a la saga es la siguiente: ¿por qué era importante para ti contar esa historia en particular, en la que exploras, entre otros temas principales, la política y la fe?

Siempre he sentido curiosidad por las razones que hay tras las decisiones que toma la gente. Entre otras cosas, deseaba explorar cómo la gente normal llega al punto de justificar actos verdaderamente terribles en pos de sus objetivos. Porque los tiranos, los señores de la guerra y los conquistadores no nacen siéndolo: llegan a serlo. Me interesaba embarcarme en ese viaje con dos personajes principales, y ver cómo respondía cada uno a la vida que les había sido dada.

En la trilogía exploras también el género y la identidad queer. El tema de la constante negación de la existencia de estas identidades queer a lo largo de la historia está a la orden del día. ¿Cómo abordas tú el explorarlas en ficción histórica?

La gente queer siempre ha estado ahí, es algo que todos sabemos. Cuán abiertamente vivieron sus vidas dependió del lugar y el momento, pero sus historias están por todas partes. No estaba interesada en escribir un mundo que no reflejase la realidad. También quería explorar la noción de poder: quiénes lo poseen, cómo lo consiguen, cómo lo conservan, qué sacrifican en el camino. Género y sexualidad son ambos facetas del poder, y sirvieron como una lente interesante a través de la que explorar esta historia.

La última pregunta sobre la trilogía no te la podemos formular sin decirte antes lo mucho que amamos a Radu. Pero la pregunta es, en este caso, sobre Lada. Lada no es —aunque suene a cliché— como tus otras protagonistas: ella es una antiheroína. Aun así, el lector puede empatizar con ella, principalmente, por todo a lo que se tiene que enfrentar, aunque esto no justifique sus acciones. Habrá, no obstante, quien la encumbre de heroína, lo cual coincide con la figura en la que se inspira: Vlad el Empalador, héroe nacional o masacrador dependiendo a quién se le pregunte. Para ti, ¿dónde se traza esa línea entre heroína o villana? ¿Y por qué decidiste que fuera una adolescente?

Cuando pensaba acerca de Vlad el Empalador y cómo jamás reculó, incluso cuando tenía sentido para sí mismo y su país, se me ocurrió que podría haber sido una mujer. Porque para tener poder, en el pasado —e incluso ahora—, una mujer tenía que hacer más, luchar más fuerte, y jamás recular. Cualquier signo de debilidad es letal. Mi ejemplo preferido de esto es la emperatriz Teodora de Bizancio, quien pasó de ser actriz a ser la esposa del emperador, para acabar convirtiéndose en coemperadora, y salvar el mandato de su marido. Él y sus consejeros estaban preparados para salir por patas a razón de una revuelta en la ciudad. Pero, al haber nacido en la misteria y al haber sido forzada a luchar por todo aquello que había llegado a tener, Teodora sabía que huir significaba que jamás podrían volver. Por lo que les ordenó quedarse, agrupó a las tropas y masacró a sus enemigos, salvando de esta forma a su marido y su propia vida.

Para mí, Lada fue una forma de explorar qué tendría que sacrificar una chica para obtener el poder y aferrarse a él durante ese momento histórico. Quería llevar al lector por ese camino junto a ella, de forma que pudiera entender sus decisiones, aunque no llegase a estar de acuerdo con ellas. Respecto a que sea una heroína o una villana, pasa como con el verdadero Vlad Dracul: depende de quién cuente la historia.

Ahora es momento de hablar de tus últimos retellings: The Dark Descent of Elizabeth Frankenstein y El engaño de la princesa. Primero, ¿cómo te enfrentas al proceso de escritura cuando se trata de un retelling de una historia con un mundo ya establecido (y más o menos cerrado) como el de Frankenstein de Mary Shelley en oposición a uno más amplio como el Camelot del ciclo artúrico?

Quería escribir un retelling que fuese fiel al Frankenstein original, más una conversación con la historia que una reimaginación. Por esto, me sumergí a fondo en el texto y también en la vida de Mary Shelley, y después estructuré mi novela alrededor de esto, aproximándome lo máximo posible tanto a su estilo como a su historia. Tras escribir sobre hechos históricos reales y después un retelling directo, fue muy divertido dar el salto a la trilogía Camelot Rising y poder jugar con arquetipos e ideas porque, como tú has dicho, no hay una «versión oficial» de la leyenda artúrica.

Y, segundo, ¿qué te motiva a contar estas historias con (a diferencia de los originales) protagonistas femeninas —Elizabeth Lavenza y Ginebra— en el centro, quienes además se caracterizan por sus tonos de gris?

Todos mis retellings se mueven por medio de emociones duales: amor e ira. Me encantan estas historias, pero también me cabrean, porque en ellas, por lo general, los personajes femeninos son desprovistos de voluntad e incluso identidad. Buscaba explorar estos mundos e ideas desde el punto de vista de una mujer para entender cómo alguien como Elizabeth Lavenza podría existir a la par que Victor Frankenstein; para dirigir la atención hacia las historias de Camelot que no ocurrían al filo de una espada y que por lo tanto no eran consideradas dignas de ser contadas. Y como yo permito a mis personajes principales ser humanos plenamente realizados y no simples caricaturas de aquello que una chica «debería» ser, mis protagonistas son, inherentemente, personas complejas de moral ambigua.

La primera parte de la trilogía Camelot Rising, El engaño de la princesa, tiene cierta similitud con tu bilogía Mind Games que nos ha parecido muy curiosa: mientras que en esta última solo las mujeres tienen poderes especiales, en El engaño de la princesa nos encontramos con un sistema mágico lógico en el que las mujeres tienen mucho peso. ¿Por qué tomaste esas decisiones?

¡Supongo que siempre estoy buscando formas en las que darles más poder a las mujeres! Muchas de las leyendas artúricas muestran a hombres vagando de aquí para allá con espadas venciendo a la magia. Pero a las mujeres no les dan espadas. ¿Cómo van a protegerse a sí mismas y a aquellos a los que aman? Creé un sistema mágico muy femenino, controlado y secreto. Me gustaba pensar en ello como tradiciones y conocimientos que han sido transmitidos de unas mujeres a otras para otorgarles poder en un mundo que quería negárselo.

Tú próxima publicación en EE. UU. será The Camelot Betrayal, la continuación de El engaño de la princesa. Según tenemos entendido, ahora mismo no tienes más libros contratados, algo que no te sucedía desde 2009. ¿Aprovecharás la oportunidad para probar algo nuevo?

¡Ja, ja! ¡Llegas tarde! Ya he vendido algo nuevo, pero de momento es secreto. Adoro escribir y contar historias, y, por ello, ¡siempre ansío que llegue el siguiente reto!

Para acabar la entrevista nos gustaría que nos recomendaras algún libro o autor/a que te guste por su forma de jugar con las convenciones de género, ya sea como tú lo haces con tu característico humor o de cualquier otra forma.

Me encanta Victoria (V. E.) Schwab porque no tiene miedo de probar nuevos géneros y formas en las que contar una historia, pero conservando siempre su característico trabajo de personajes y su elocuencia. Sin importar el género o la demografía sigo su obra, algo que no hago con cualquier autor.

Ha sido genial charlar contigo, Kiersten, y esperamos que pronto Puck te traiga de visita a España para conocer a tus lectores.

¡Gracias! Eso espero yo también. ¡Sería todo un sueño hecho realidad! Hasta entonces, nos vemos en los libros.