La cultura oriental está presente en la mayoría de tus novelas: Ópalo, Los tres secretos del samurái, El puente de los cerezos, Aún te quedan ratones por cazar... ¿De dónde viene ese interés por el Lejano Oriente?
Es difícil contestar. Creo que me enamoré de Japón leyendo Seda de Baricco. Después Oriente se convirtió en una obsesión.
¿Cómo te documentas para tus libros ambientados en los países asiáticos? ¿Has viajado alguna vez hasta allí?
No he viajado, me he convertido en un ratón de biblioteca.
El año pasado se publicó Seis horas y unas gotas de sangre, una novela de misterio y tensión con varios personajes. ¿Cómo se te ocurrió la idea? ¿Fue difícil narrar las personalidades tan dispares de sus protagonistas?
La idea vino de una noticia: unos chicos habían sufrido un accidente en la nieve durante unas vacaciones con el colegio. No dejé de pensar en una pandilla de chicos conflictivos y sus profesores encerrados sin salida y obligados a charlar, sobrevivir y entenderse. Es un poco como el Decamerón, pero sin más historias que las suyas.
También el año pasado, la editorial Anaya reeditó El puente de los cerezos, novela que recibió el Premio de la Crítica de Asturias. La historia transcurre en la China actual y tiene como protagonista un lenguaje mudo. En una entrevista comentaste que la idea surgió leyendo un artículo, pero ¿qué tiene de cierto la historia del lenguaje nushu y las hermanas? ¿Cuál crees que es la combinación ideal entre realidad y ficción para que una novela como esta capte la atención de los lectores?
La noticia fue cierta, la existencia de un «lenguaje mudo» inventado por las mujeres para saltarse la prohibición de no comunicarse me pareció increíblemente novelesca. El resto de la novela es ficción. La barrera entre la ficción y la realidad es tenue, difusa y conflictiva. Una novela puede ser más real que un reportaje porque no está sometido a la censura del medio de comunicación.
¿Qué proyectos tienes actualmente entre manos? ¿Nos podrías adelantar algo?
Me gustaría publicar una novela negra ya terminada, pero tal y como están las ventas, no sé si encontraré editor. También trabajo en una dura historia de una chica prisionera en Afganistán....
Sabemos que te gusta leer novela negra, literatura japonesa y autores europeos de origen italiano y francés. ¿Podrías destacar alguno que te haya marcado?
A mí me ha marcado un español, Quevedo. Y mucho ahora la literatura nipona.
¿Qué libros de literatura juvenil has leído últimamente? ¿Cuáles de ellos nos recomendarías?
Parco de Jordi Sierra y Fabra, el ganador del último Premio Anaya. Además, ya tuve el privilegio de leerlo como jurado del premio.
Una de tus últimas novelas, París, luna roja, es una novela erótica juvenil recomendada para mayores de dieciséis años que difiere mucho de tus novelas anteriores. Como has comentado, la escribiste a raíz de un reto que te lanzó una editora amiga. ¿Cómo surgió ese desafío? ¿En qué consistía?
Creo que me retó por dos razones: una porque yo me inicié en el mundo de la literatura ganando el Premio Internacional Cálamo de Poesía Erótica; y dos, porque tanto la editora como yo creemos que la literatura es la mejor iniciadora en el mundo de los sentimientos.
Hace unos meses, se publicó la segunda parte de El curso que me enamoré de ti: No le digas que aún la amo. ¿Qué te motivó a escribirla? ¿Tenías pensado hacer una segunda parte desde el principio o fue algo que surgió?
No lo tenía pensado en absoluto. Me decidí después de docenas de peticiones de los lectores de la primera novela.
Algunas librerías catalogan Los tres secretos del samurái como juvenil y otras como adulto. ¿En qué público pensabas tú mientras la escribías?
Creo que el público de esa novela va desde los dieciséis hasta los noventa y seis.
Hace poco fuiste jurado del Premio Anaya donde participó uno de nuestro redactores. ¿Qué tal fue la experiencia? ¿Qué es lo que más te impresionó de Parco, la novela ganadora?
Jordi es uno de mis autores favoritos. Me parece un auténtico maestro y un monstruo de la literatura juvenil. Lo que más me gustó fue la valentía para tratar un asunto duro, muy duro, sin añadir un solo párrafo escabroso.
En tu palmarés destacan premios de renombre: Ala Delta, Anaya, Crítica de Asturias, y reconocimientos internacionales como el White Ravens en 2001. ¿Qué suponen estos galardones para ti?
Me gratifican un trabajo tan duro como este. Creo que, últimamente, los premios solo los miro por el «tiempo» que puedo «comprar» para escribir.
A diferencia de otros autores de literatura juvenil, no tienes web, ni blog, ni cuenta en Twitter o Facebook, ¿cómo estableces contacto con tus lectores?
Soy muy antigua, prefiero el contacto directo: mirar, escuchar, tocar...
Hemos leído que has estado enferma, ¿cómo ha afectado esto a tu trabajo como escritora?
Más que enferma, he estado desahuciada. Y eso te da una perspectiva diferente de todo.
Y para acabar, una pregunta difícil (o no): ¿Por qué escribes literatura juvenil?
Porque es un mundo que me permite escribir lo que quiero. Y porque me siento «de parte» de los jóvenes.
¡Muchas gracias por tomarte el tiempo para contestar nuestras preguntas! Ha sido un placer poder contar contigo para nuestra revista.