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Entrevista a...

Holly Black

El Templo #94 (junio-julio 2023)
Por Carlota Bouwmans
1.417 lecturas
Holly Black (Nueva Jersey, 1971) es una famosa autora estadounidense de lo que ella misma denomina «fantasía contemporánea melancólica y decadente». Ha publicado varias decenas de novelas juveniles y, recientemente, una adulta (El libro de la noche, 2022). Ha alcanzado gran fama internacional gracias a las historias ambientadas en el mundo de Faerie, como los Cuentos de hadas modernos (2002) o la trilogía de Los habitantes del aire (2018). Hemos tenido la oportunidad de hablar con ella en Madrid con motivo de la publicación de El legado robado, su última novela.

 

Empecemos hablando de tu visita a España. Estarás todo un fin de semana firmando en diferentes librerías de Madrid, pero esta es solo la última parada de un tour por Europa en el que también has visitado Francia y Polonia. ¿Cómo es ir de gira para una escritora?

Normalmente, viajas todos los días: te levantas, vuelas a algún sitio, encuentras algo de comer, te vas a dormir, te levantas y lo haces todo otra vez. He tenido mucha suerte con este tour, porque no hemos tenido eventos en los días en los que volábamos, así que he podido hacer un poco de turismo. Hemos podido pasear por París, por Cracovia, ¡y ayer por Madrid! Estoy algo cansada pero, aun así, fue genial dar una vuelta y ver el Palacio y el laberinto de setos. Me encantó el laberinto.

Esta es la segunda vez que te entrevistamos; la primera vez fue en 2011. Por entonces, aún no habías publicado la trilogía de Los habitantes del aire, que ha tenido un gran éxito en muchos países. ¿Cómo dirías que ha cambiado tu carrera en estos años?

2011 era cuando… Los obradores de maleficios acababa de publicarse, me parece. Estoy intentando pensar dónde estaba mi carrera en 2011 [ríe], creo que era por ahí.

Sí, o sea, en 2011 ya había escrito sobre Faerie durante mucho tiempo. Llevaba unos diez años, y ya estaba haciendo otras cosas. En ese momento estaba escribiendo los libros sobre los «mafiosos mágicos», Los obradores de maleficios; justo antes de escribir Coldest Girl in Coldtown. Así que, probablemente, la mayor diferencia (aparte de que tanta gente haya leído Los habitantes del aire) es que volví a Faerie: con La parte más oscura del bosque, después con Los habitantes del aire y ahora con El legado robado. ¡Y también he escrito un libro adulto por el camino! Así que sí, muchos cambios, la verdad.

Los primeros libros ambientados en Faerieland que escribiste son los Cuentos de hadas modernos: Tributo, Valor y Hierro. Desde entonces, has escrito muchos otros libros ambientados en el mundo de las hadas. Cuando creaste Faerie por primera vez, ¿ya sabías la magnitud que iba a alcanzar esta ambientación? ¿Tenías planeado escribir más historias aparte de los Cuentos de hadas modernos?

¡Qué va! Cuando estaba escribiendo Tributo, era mi primer libro, y estaba como: «Por favor, dejadme averiguar cómo funcionan los libros». Recuerdo llegar al final del borrador que finalmente sería la novela y pensar: «Esto se parece a un libro. Esto se parece al final de un libro. ¡Creo que he escrito un LIBRO!» [risas]. Porque, antes de eso, había estado intentando apañármelas en el medio, intentando que los personajes se levantasen del sofá y se embarcasen en misiones, intentando aprender de forma autodidacta el diálogo y la caracterización de personajes, cómo crear tensión...

Sé que algunas personas dicen que las segundas partes son más difíciles, pero yo no puedo imaginarme algo así; para mí, nada será tan difícil como terminar ese primer libro, al que me adentré en plan: «Libros. ¿Qué son exactamente?» [ríe].

Entonces, Tributo fue el primer libro que terminaste y te hizo sentir que empezabas a cogerle el tranquillo.

¡Sí! Y me sentía tan aliviada por haberlo terminado que ni siquiera pensé en nada más allá. Solo pensé: «¡He escrito un libro!». De hecho, en el momento en que me di cuenta de que iba a tener que escribir un segundo libro, estaba como: «¿Qué? ¡¿Otro más?! [risas]. Bueno, si esto es a lo que me voy a dedicar, voy a tener que escribir más como este».

Algo que destaca de la ambientación de tus novelas es que combinas lo más cotidiano del mundo humano con un mundo de las hadas en el que todo es posible. El mundo real tal y como lo conocemos está siempre presente, creando una disonancia muy interesante. ¿Por qué mantener el elemento humano en tus historias?

Creo que algo que me interesa mucho es que… Bueno, las hadas son parte de nuestro mundo, de alguna manera, ¿no? El folclore proviene de nuestro mundo. Las hadas siempre han existido en las historias de los humanos, y para mí, esa relación y esa disonancia es parte de lo que son y lo que las hace interesantes.

Algo a lo que vuelvo una y otra vez en relación con las hadas es la «fruta de las hadas» de El mercado de los duendes, de Christina Rosetti, donde aparece una fruta deliciosa que te destruirá si la comes, que hará que toda la comida parezca polvo y cenizas en tu boca. No deberías comértela, pero quieres hacerlo; es un tipo de belleza que arruina. Esa es la sensación que busco cuando escribo sobre Faerie.

Otro factor común en todas tus historias es que los protagonistas son seres incomprendidos, marginados, que sienten que no encajan en su mundo. Para algunos de ellos, como Jude en Los habitantes del aire o Kaye en Tributo, Faerieland es un lugar donde sus rarezas son insignificantes. ¿Ese es un mensaje que queráis transmitir en tus novelas, o surgió de manera espontánea?

Muchas veces escribo sobre personajes que están divididos entre mundos; personajes que tienen un pie en un sitio y un pie en otro, e intentan reconciliar ambas partes de sí mismos. La razón por la que se sienten marginados es que en ambos lugares son conscientes de la tensión, y eso es algo que sin duda he sentido en mi vida. Creo que es algo que la gente siente a menudo: cuando te tiran en dos direcciones y te obligan a elegir. Normalmente, al final de la historia, lo que yo he querido para todos esos personajes es que encontrasen una forma de tener un pie en cada mundo para siempre, que encontrasen una forma de reconciliar esas dos mitades en vez de tener que elegir.

Bueno, diría que el caso de Wren es un poco distinto, porque ella es una marginada en sí misma: es incapaz de volver al mundo que ella quiere, así que creo que su camino es ligeramente diferente.

Hablemos de la trilogía de Los habitantes del aire. Jude Duarte es un personaje fascinante: podríamos decir que casi todos tus personajes son grises en el sentido de que están dispuestos a cometer atrocidades en beneficio propio, pero Jude es especialmente implacable. ¿Cómo cobró forma en tu mente un personaje tan complejo?

Pues creo que Jude… Para ella, el momento clave de su identidad está en el prólogo, cuando está viviendo en el mundo mortal, un tío aparece de repente, asesina a sus padres y se lleva a las tres niñas. Lo que más me fascina de Faerie es que tienen una moral diferente; [Madoc] está en plan: «Bueno, es cierto que he matado a esta gente… y no pasa nada. Pero no estaría bien abandonar a estas niñas. Obviamente, tengo que llevármelas conmigo y educarlas como si fuesen mías, porque son las hijas de mi mujer». De nuevo, es un sistema moral con el que los humanos no nos identificamos.

Así que Jude vuelve [a Faerieland] y es criada por Madoc, y llega a verle como un padre, pero nunca podrá olvidar que mató a sus padres. Esa tensión, y esa carencia de seguridad y de poder, definen quien es. Para mí, el quid de los libros de Los habitantes del aire es lo lejos que iría Jude para obtener poder (y, por extensión, seguridad, ¡pero también poder!), y al final se reduce a: «¿Estarías dispuesta a quemar Elfhame hasta convertirla en cenizas, encadenar para siempre a la persona que amas, con tal de sentarte en un trono de calaveras al final?».

La trilogía inaugurada con El príncipe cruel es lo primero que viene a la mente de muchos lectores al pensar en el enemies-to-lovers. Sin embargo, la trama, llena de conspiraciones y giros inesperados, y la ambientación, que siempre nos lleva a lugares nuevos, son igual de importantes y sorprendentes. ¿Qué disfrutas más escribiendo: los infinitos rincones de Faerieland, la trama o el romance?

Esta respuesta es complicada, porque no siempre es divertido escribir las partes difíciles, pero se disfrutan de manera distinta. Cuando estaba escribiendo El príncipe cruel, me adelanté para escribir la parte en la que Jude tiene a Cardan prisionero y está pensando, literalmente: «Mata a este tío. ¡Estaría mucho menos estresada! Me da miedo, y ¿sabes qué haría que le tuviese menos miedo? Que se muriese». Y, quince minutos más tarde, él está como: «Siento algo por ti y eso me da asco», y ella está en plan: «¡¿Cómo?! Esa no es la relación que pensaba que teníamos» [risas].

Escribí esa parte primero porque sabía que el libro no funcionaría si esa parte no funcionaba. Pero fue muy estresante escribirla, porque pensaba: «Necesito que esto funcione, y tengo que calibrarlo, y necesito que estas líneas me salgan bien», mientras que, por otro lado... «¿Descripción de un baile de las hadas? ¡Vámonos! ¿Qué hay en la mesa del banquete? Qué bien me lo voy a pasar».

Así que hay diferentes formas de disfrutarlo: por un lado están los engranajes que hacen que la historia funcione, pero también me divierto mucho con las partes que son pura delicia.

Pasemos a El legado robado. En este inicio de bilogía, nos introducimos en la mente de Suren, la reina de la ya disuelta Corte de los Dientes. Suren ya apareció en La reina de nada, lo que nos hace pensar que su historia llevaba rondándote durante un tiempo. ¿Cuándo y cómo empezaste a pensar en escribir esta nueva bilogía, que también se centra en Oak, el hermano pequeño de Jude?

Mientras escribía La reina de nada, me di cuenta de que me llamaba la atención esta niña verdaderamente espantosa [ríe] que, además, es aterradora. Le ocurren cosas horribles, pero da tanto miedo que no nos damos cuenta de lo realmente terribles que son esas cosas que le están pasando. Y creo que, algunas de ellas, las vemos y pensamos: «¿Le están impidiendo hacer algo?», y no sabemos muy bien cómo enfocarla. Pero me interesaba mucho cómo sería embarcarse en un viaje con ella.

Y con Oak, lo que más me interesaba es que… Sus hermanas y su madre intentan protegerlo por todos los medios. La mayor parte de la trama de Los habitantes del aire radica en evitar que tenga una infancia traumática como la suya, y evitar que esté en peligro. Así que quieren que esté bien, ¿no? Quieren que esté bien.

¿Pero cómo va a estar bien? Él sabe que él es el motivo por el cual su madre biológica fue asesinada, sabe que él es el motivo por el que su familia está dividida ahora mismo. Sabe todas estas cosas y tiene, por un lado, la presión de fingir que está bien, porque han pasado por todo eso por él, y por otro, una deuda que siente que nunca podrá pagar.

Oak es un personaje muy interesante: en Los habitantes del aire le conocemos cuando es solo un niño, y luego pasamos a El legado robado y, de repente, ya es un adolescente que va por ahí seduciendo a gente y viviendo aventuras.

Sí, con Oak quería… Es difícil tomar a un personaje que conoces cuando es un niño y convertirlo en un adulto, y esperaba que, precisamente al hacerle parecer un poco tontorrón y alegre en un primer momento, no nos esperásemos las cosas que después descubrimos sobre él.

Si hay algo en lo que todos tus lectores estamos de acuerdo es que los finales de tus libros son impactantes y difíciles de predecir, y El legado robado no es una excepción. Para ti, ¿el final es una de las partes más importantes de una historia?

Totalmente. El final es… Es con lo que te vas. Creo que si un libro se está desarrollando hacia un final y el final no funciona, no vas a disfrutarlo de la misma manera, mientras que si otras partes del libro no funcionan… No es que quiera que no funcionen, pero si el final sí que funciona, es el sabor que se te queda al terminar. Puedes perdonar otras partes, por lo que sí que pienso que es uno de los elementos más importantes.

Creo que lo más importante es el principio, porque, si no, nunca llegarás al final. Al principio, quieres sentir que te han hecho una promesa sugerente, y que estás en las manos de alguien que sabe lo que está haciendo.

Estás escribiendo la continuación de El legado robado ahora mismo, titulada en inglés The Prisoner’s Throne. ¿Cómo está siendo el proceso de escritura de esta novela?

¡Ya he terminado el borrador! Cuando vuelva a casa tendré que mejorarlo.

Pero sí, cuando decidí que quería escribir una bilogía, una de las cosas en las que pensé fue: «¿Qué es lo que solo puedo hacer en un formato de bilogía?». Y la idea de tener un libro narrado desde el punto de vista de un personaje y el segundo libro desde el punto de vista de otro me interesaba un montón, porque nunca lo había hecho antes. Y, obviamente, cuando llegas al final de El legado robado, Oak tiene unos cuantos problemillas que solucionar en el siguiente libro [risas].

Así que ha sido muy guay empezar con un personaje [Suren], hacer que ambos avanzasen en la historia y luego mostrar más profundamente lo que estaba ocurriendo en realidad y lo que estaba pasando en el interior de Oak, además de la situación en Elfhame que le llevó a actuar de esa manera. He disfrutado mucho esa parte.

Así que Oak será el narrador del segundo libro. ¡Interesante!

También has escrito un libro adulto, El libro de la noche. ¿Cuáles son las principales diferencias que has notado al cambiar de un público juvenil a uno adulto?

Esto va a sonar absurdo porque es obvio, pero la verdad es que fue una diferencia enorme: la protagonista tiene diez años más de vida, por lo menos. Y, de nuevo, parece muy obvio, pero son diez años más de ser una persona diferente. Las personas nos reinventamos continuamente: pasamos por diferentes trabajos, diferentes entornos, así que tenemos mucha más historia. Fue muy interesante enfrentarme a todos los sitios a los que [la protagonista] podría haber ido, y todos los errores que podría haber cometido. Porque [ríe] Charlie Hall ha cometido muchos errores en su vida.

Y una última pregunta antes de irnos: si formaras parte del reino de las hadas, ¿qué criatura serías: humana, feérica, bruja, gorro rojo, kelpie…?

Hmm, me gusta esta pregunta. Creo… Creo que me gustaría ser una kelpie. Porque me gusta nadar. Y podría transformarme en un montón de cosas: unas veces podría ser una persona, otras podría ser un pony… [risas].

¡Una elección interesante! Todo ventajas. Bueno, hasta aquí nuestra entrevista. Muchas gracias por hablar con nosotras y ¡buen fin de semana en Madrid!

[Ríe] ¡Gracias!